Hace 100 años ocurrió la Revolución Rusa, que bajo la ideología del comunismo, inspirada por el filósofo alemán Karl Marx, se convirtió en uno de los mayores levantamientos populares de la historia.
El alzamiento bolchevique acabó con tres siglos de despotismo de los zares y creó uno de los imperios más vastos y poderosos que haya visto la humanidad: la Unión Soviética.
En medio del caos que eran incapaces de controlar los socialdemócratas mencheviques de Aleksandr Kérensky (que el 2 de marzo de 1917 recibieron el gobierno al derrocar las masas a la monarquía del zar Nicolás II), los bolcheviques o comunistas anunciaron públicamente que tomarían el poder el 7 de noviembre (25 de octubre del antiguo calendario). Y así lo hicieron.
Hace un siglo, en Petrogrado (hoy San Petersburgo), entonces la capital de Rusia, el Comité Militar Revolucionario dirigido por León Trotsky asumió el control de dependencias del Estado, servicios públicos y cuarteles.
Decisivo para la toma del poder fue el respaldo de obreros, soldados, amas de casa y agricultores hartos de la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial), el hambre, la explotación y el alza de precios.
La revolución se extendió por toda Rusia y Lenin (Vladímir Ilich Uliánov) -el líder máximo y conductor de los comunistas y el nuevo régimen- anunció la instauración de un estado obrero (después llamado Unión Soviética) con medidas como el fin de la guerra y de la propiedad privada sobre los medios de producción. Otorgó igualdad a las mujeres.
Algunos datos curiosos sobre la Revolución Rusa:
Muerto Lenin en 1924, la dictadura del proletariado fue reemplazada por la dictadura unipersonal de Josef Stalin (1878-1953). La Unión Soviética, en crisis política y económica, se disolvió en 1991.
El último de los zares fue Nicolás II. Durante su reinado se produjo el colapso económico y militar del Imperio Ruso, que llegó a ser una potencia global. En 1918, el zar fue fusilado junto a su familia.
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