Como sabemos nuestro sistema digestivo se encarga de recibir todos los alimentos y bebidas que consumimos todos los días.
Es así que para su buen funcionamiento debemos tener claro que existe una población de microorganismos, conocidos como microflora o microbiota, que puede funcionar de manera positiva participando en distintos procesos celulares y colaborando con nuestro bienestar, pero también puede funcionar de manera negativa e impactando en nuestra salud conforme pasan los años.
Podemos desde niños o adolescentes tener una población pequeña de microorganismos, pero después de muchos años durante la adultez e incluso la tercera edad, haber desarrollado una población enorme de bacterias que no necesariamente actúan de una manera positiva, sino que producen cantidades enormes de gases capaces de llevar a tener disconfort abdominal que se caracteriza por los siguientes síntomas o molestias:
1. Mala digestión. Al incrementar la presión intraabdominal el transporte de alimentos va a ser lento y de esta manera también su eliminación final. Produciendo hinchazón abdominal
2. Gases. Estos son producidos en grandes cantidades por la flora bacteriana que se alimenta por lo general de azúcares, harinas refinadas y lácteos.
Los gases están compuestos por CO₂, hidrogeno, metano CH4, sulfuro de hidrógeno H2S este último responsable del mal olor.
3. Cólicos abdominales. Al tener mayor presión dentro del intestino se genera una distensión que nos da ese dolor clásico tipo retortijón que nos hace doblar el abdomen muy incómodo y es muy similar al dolor que tenemos previo a la eliminación de heces.
4. Incomodidad social. Esto es muy frecuente, ya que al tener que eliminar gases durante el día en mayor cantidad tenemos que buscar el momento oportuno, porque el salón de clases, el autobús, el auto, ambientes familiares no deben ser los ideales, pues compartimos espacio con otras personas.
Una manera inteligente de poder evitar llegar a un sobre crecimiento bacteriano negativo es apuntando los alimentos que nos generan disconfort, muchos de ellos poseen los nutrientes necesarios para que vivan y se reproduzcan.
Pan, arroz, pastas, azúcares, galletas, menestras, coliflor, brócoli y frijoles, entre otros alimentos, pueden ser causantes de ese malestar y debemos aprender a controlar su ingesta.
MÁS INFORMACIÓN SOBRE el Dr. Jean-Paul Osores (CMP 37011 RNE 22070)
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