
No hay probablemente padre que no haya jugado en algún momento con los miedos de sus hijos.
Desde las amenazas con el cuco, si se porta mal, hasta los cuentos de terror contados con el más mínimo detalle, son muchos los ejemplos y poco lo que se educa.
Para los expertos, meter miedo a los hijos, asustarlos, principalmente para que obedezcan, no es bueno, aunque para cierta gente resulte gracioso, porque así como ese sentimiento les genera estrés y ansiedad, también les corta la iniciativa.
Crea niños inseguros, miedosos, con baja autoestima, ansiosos y reacios a explorar por temor de que algo les pase.

No se trata de que no tengan miedo, pues los miedos infantiles cumplen una función de supervivencia y son necesarios, sino que el miedo no se convierta en una forma de crianza, ni para exigir obediencia, ni como temor hacia los peligros que el chico pueda percibir.
Los padres deben saber que existe y detectar a tiempo esta tendencia inconsciente para poder manejarla y evitar el uso del miedo como un arma para lograr lo que queremos.
Lo que deben hacer los padres
Hay que ayudar al niño y hacerle entender que es natural sentir miedo y preocupación por ciertas cosas.
Pero, al mismo tiempo, hacerle ver que lo que ahora parece tan amenazante y peligroso podrá enfrentarlo poco a poco.
Lo mejor es que el niño se entere a través de sus padres que todos los seres humanos tenemos temores.
Que estos son parte de un proceso de crecimiento y una respuesta lógica a situaciones nuevas.








