Algunas personas se la pasan sin hallar lo que les gusta hacer, pero este no es el caso de Alicia Gonzales Tinoco (60), quien debido al glaucoma que le detectaron dejó su vida y su trabajo en la ciudad para dedicarse de lleno a sembrar y cosechar frutas en Pachacámac. Hoy, ella agradece haber encontrado su verdadera pasión para trabajar y vivir feliz al lado de la naturaleza.
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Esto empezó cuando tenía 10 años. Mi papá compró esta parcela y nos traía, junto a mi hermano, a sembrar, cosechar y vender la fresa y el camote. Su sueño era que uno de sus hijos sea ingeniero agrónomo.
Yo estudié Contabilidad. Trabajaba en una empresa, pero dejé todo porque me detectaron glaucoma avanzado y me prohibieron varias cosas. Así que en el 2002 dejé mi casa en San Martín de Porres y decidí venir aquí para sembrar frutas.
Al inicio sí, porque (el terreno) es bien metido y para salir tenía que caminar un montón. Pero luego me adapté y me di cuenta de que esto era lo mío, era mi pasión. Estar en paz con la naturaleza cambia tu vida, tu mente. Mi esposo y yo ya somos viejos y somos felices aquí.
Tengo un hijo y él viene a apoyarme los fines de semana. Gracias a este negocio está estudiando su segunda carrera. Pero él no se acostumbra y sí o sí tiene que salir a los centros comerciales (risas).
Tengo de todo: lúcuma, fresa, guanábana, chirimoya, maracuyá, frambuesa, zarzamora, mora, granadilla, manzana, cerezas y uva borgoña. Esta tierra es bendita. Luego todo lo convierto en helado 100% artesanal.
Es que desde la siembra hasta el helado que se llevan al paladar es orgánico. Yo como mi fruta todos los días y me encuentro muy bien de la glucosa, el colesterol y todo. Lo único son mis ojitos, que los sigo cuidando.
Ah no, he llevado capacitaciones, charlas y cursos. Además, soy parte del programa ‘Ella alimenta el mundo’ de CARE Perú y PepsiCo. Me han enseñado a mejorar mi cosecha, a manejar mejor el lado financiero, a tener otras perspectivas.
Por la pandemia los clientes nos empezaron a pedir hortalizas. Así que ahora vendemos jugos, panes artesanales, almuerzo, huevos de corral, cuyes. Todo es a base de lo que nos da la tierra.
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Sí, antes éramos los únicos. Vendíamos la cosecha y nuestros helados, pero ahora hay más locales. Sin embargo, nos siguen prefiriendo a nosotros porque ya saben cómo es nuestra calidad.
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