Cada 27 de marzo se celebra el Día mundial del queso, un alimento con una cantidad de variedades en todo el mundo y que se emplea en un sinfín de recetas. Artesano o industrial, fresco o seco, duro o blando, el queso es uno de los manjares que más consumimos, y que peor conservamos.
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Elige el papel adecuado
El queso es un producto vivo y necesita respirar. Por este motivo envolverlo con plástico es un error, porque impide esa transpiración. ¿Qué debemos hacer, entonces? Conservarlo con papel encerado, de horno o microperforado con el que se suelen envolver en las queserías. Y luego, a la refrigeradora.
Nunca lo envases al vacío
Si el plástico no va con el queso, envasarlo al vacío es peor. Si compras un queso así, al llegar a casa cámbialo a un papel adecuado y guárdalo en la refrigeradora. “Un queso envasado al vacío se acaba pudriendo porque tiene demasiada humedad”, dice el experto en quesos Luc Talbordet a La Vanguardia.
Tampoco en papel aluminio
Conservarlo en papel aluminio tampoco es la forma correcta, porque también impide la transpiración del queso. Papel encerado, de horno o microperforado y a la refrigeradora.
Directo al tupper
El tupper, por sí solo, tampoco es la mejor forma para conservar un queso. Otra cosa es que primero se envuelva en un papel que permita la transpiración (como ya lo mencionamos líneas arriba) y luego, para minimizar los olores, se meta en un tupper, de plástico o de cristal, y a la refrigeradora.
Siempre en la refrigeradora
El queso no se guarda en una quesera de cristal en la repisa de la cocina. Se tiene que conservar en la refrigeradora, con la precaución de sacarlo unos 30 minutos antes de comerlo para que esté a temperatura ambiente.