Muchas personas se unen pensando que sienten el verdadero amor, no siendo así. Lo llamo ‘la especial complacencia de descubrirse a sí mismo como un ser capaz de inspirar amor’. Es un sentimiento legítimo, pero no es amor. Experimentar que uno es capaz de inspirar amor produce satisfacción, complacencia; pero no es amor. Hay parejas que se unen y uno de sus miembros ‘se deja querer’. Son uniones que pueden durar toda la vida, pero a menudo no sucede así.
Dejarse querer no es querer. El amor es un sentimiento mutuo, que impulsa a la mutua donación, a la entrega total de uno mismo al otro y viceversa. Es el encuentro de dos amores, es decir, de dos personas que deciden y se comprometen irrevocablemente a compartir toda su vida, ambas vidas.
Otro error no pequeño es confundir el amor con el deseo, inconsciente o no, de participar en la fama del otro, o de su dinero, o de una familia con solera. Es importante poder explorar lo antes mencionado para no caer en el espejismo del amor que rápidamente se rompe o se quiebra, dejándonos en una profunda soledad.
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