Cuando un ser querido enfrenta problemas de salud mental, es natural querer ayudar, pero hacerlo de manera efectiva requiere sensibilidad.
Primero, escucha activamente sin juzgar ni interrumpir.
A veces, simplemente ser un espacio seguro para que se expresen puede marcar una gran diferencia con tu ser querido.
Evita minimizar sus emociones con frases como ‘todo estará bien’ o ‘no es para tanto’.
En su lugar, valida sus sentimientos diciendo: “Entiendo que esto es difícil para ti; estoy aquí para apoyarte”.
Pregunta cómo puedes ayudar en lugar de asumir lo que necesita.
Infórmate sobre su condición, pero recuerda que no eres un profesional.
Anímalo a buscar ayuda especializada y ofrécele acompañarlo en el proceso.
También es importante establecer límites para cuidar tu propio bienestar emocional; apoyar no significa resolver sus problemas por completo.
Tu empatía y comprensión pueden ser un faro de luz en su camino hacia la recuperación.
Acompañar con amor hace la diferencia.
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