La semana pasada me encontré con un colega, Luis, quien me contó que se iba a Miami al matrimonio de su madre Luisa, de 78 años, en donde él iba a ser el padrino de bodas y entregar a la novia al futuro esposo.
Luisa conoció a Juan, un cubano de 80 años, carpintero jubilado.
Muchas veces consideramos como un tema tabú el hecho de que dos personas adultas mayores en pleno uso de sus facultades decidan comprometerse como pareja.
Definitivamente, para el amor no existe una edad determinada, existe una sexualidad infantil, una de los adolescentes, una de los adultos y otra sexualidad de los adultos mayores. Y todas son completamente normales, diferentes unas de otras, con sus propias características, pero normales.
Debemos ver a la sexualidad como algo completamente normal y dejar los prejuicios.
Luis acudió a la boda, la llevó del brazo y la entregó a su orgulloso novio. Luisa y Juan están de luna de miel en el Caribe disfrutando de su nueva vida.