El apoyo familiar es clave en esta situación. Foto. Istock.
El apoyo familiar es clave en esta situación. Foto. Istock.

Débora, de 78 años, maestra jubilada, había sido activa, disfrutaba de la vida y tenía buen carácter. Se reunía con sus amigas y todas las semanas rezaba el rosario. De repente, su carácter cambió, no tenía ganas de hacer nada, perdió el apetito, el sueño y no deseaba reunirse con sus amigas.

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Su hija la trajo a consulta para que le recete algo para levantarle el ánimo. Luego de examinarla, e indicarle algunos exámenes de laboratorio, concluí que Débora tenía depresión. La depresión es muy frecuente en el adulto mayor y se caracteriza por un estado de ánimo de tristeza y anhedonia.

La persona no tiene ganas de hacer nada.

Dentro de los síntomas más frecuentes están la falta de sueño y de apetito, y dolores en diferentes partes del cuerpo.

Es una enfermedad que altera la calidad de vida del enfermo y debe ser tratada.

Actualmente, Débora está recibiendo tratamiento, ha recuperado el ánimo, el apetito y nuevamente se reúne con sus amigas.

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