Conocida por programas como Luna Negra y Paparazzi, la recordada Gabriela Rivera regresó al Perú por cuestiones de negocios, pues pronto abrirá un spa con su nombre, en San Miguel, y, aunque cada vez que viene recibe llamadas para regresar a la pantalla chica, revela que no lo haría porque no le gusta la televisión de ahora.
Convertida al cristianismo, afirma haber saboreado la traición y que si alguna vez se presenta la oportunidad de conducir un programa, solo haría uno tipo magacín.
Cómo has encontrado Lima…
Fría, pero me encanta, eso es lo que extraño, el olor del mar, creo que lo más lindo que tiene Lima, su Costa Verde. Ese olor es lo que más extraño. Extraño mis pescados del Pacífico.
¿Desde cuándo no vives en Perú?
Tengo 25 años que me fui a radicar a Miami, siempre he vivido allí, y cuando me voy a República Dominicana, donde también he radicado, estoy siempre entre Miami, Santo Domingo y Lima. Permanentemente, estoy yendo y viniendo.
Cuéntanos de tu familia…
Tengo tres hijos varones, bendecida por ello. El mayor es militar, mi segundo hijo Alan Gabriel ya salió de la universidad, es emprendedor, y Axel se desempeña en el área de la contabilidad, finanzas administrativas. Son buenos muchachos y le doy gracias a Dios, porque cuando tú crías y cuidas a tus hijos tú misma haces la diferencia. Te conocen desde la mirada y es muy importante no haber sido una mamá ausente.
¿Cómo eres con ellos?
Ellos ya son adultos, hombres de Dios, que están tomando con su sano juicio buenas decisiones. Ellos ya saben elegir entre el bien y el mal, y esas son sus propias decisiones porque la salvación es personal. Lo único de lo que no se van a liberar es de esta madre guerrera que donde esté siempre estará orando e intercediendo por ellos.
¿Por qué te fuiste del Perú?
Porque conocí a un cubano americano que vino por Lima con el cuento del príncipe azul y me la creí. Y te digo que después de 25 años no me arrepiento, creo que fue la mejor decisión que tomé, la de creer en él y seguirlo. Eso hizo la gran diferencia en mi vida gracias a la oportunidad que tuve de entender, como escrito está en la palabra, que nadie es profeta en su tierra.
¿Te ha ido muy bien entonces?
Literalmente hemos tenido mucho éxito, porque después de tantos años de matrimonio ves la siembra y la cosecha. Con los años, la gente lamentablemente tira la toalla y eso te resta y te divide; sin embargo, nosotros hemos multiplicado todas las bendiciones que hemos recibido.
¿Pero tú has tenido oportunidades, condujiste programas, actuaste en telenovelas…? ¿Te costó dejar todo?
Sí, me costó dos años tomar la decisión de irme porque ya estaba de noviazgo, pero siempre tiene que haber un momento porque él (su esposo) trabajaba, todo su mundo estaba en Estados Unidos, o él se venía a Perú, o yo me iba a Miami, y decidimos hacer el cambio (…). Para mí, la familia siempre ha sido más importante que la televisión.
¿Pero te gusta la televisión?
Me gusta porque todos nacemos con un don, y el don que Dios me dio fue el ser comunicadora, el expresar lo que pienso, lo que siento, con la prudencia de saber cuándo y dónde, porque los años te van dando ese conocimiento, esa sabiduría y entendimiento para saber cuándo y cómo hay que decir las cosas. No se trata de soltarlas. Nosotras, como comunicadoras o periodistas, a veces nos damos las licencias de decir las cosas porque yo las puedo decir, pero no es bueno crearse anticuerpos, no es bueno crearse enemigos, gente que te maldiga, que tú le caigas mal. Quiero que cuando pase frente a alguien, yo le deje un mensaje, por eso es que decidí vivir para Dios y ser una de sus voceras. Yo me considero una relacionista pública de Dios.
¿Eres cristiana ahora?
Soy cristiana bíblica. Yo empiezo a tener una relación con Dios desde el momento en que Él me tuvo misericordia, en el año 2000.
Ya son varios años…
Yo llevo muchos años de cristiana porque mi esposo ya era cristiano, y yo católica aferrada a la tradición con la que había crecido. Como yo consumo y leo su palabra, la estudio, eso hizo que entendiera la verdad. Es hermoso cuando tú tienes un matrimonio y ambos están en el mismo yugo, y en mi matrimonio literalmente somos tres, Dios está en medio (…), los dos a todo lo que sea de Dios le decimos amén, y así es como hemos criado a nuestros hijos, bajo la palabra de Dios y los mandatos, así todo fluye.
¿No has tenido crisis de pareja?
Gracias a Dios no, no he tenido crisis ni separaciones, porque como te digo, él es casi diez años mayor que yo. Siempre ha habido muy buena relación y la habrá.
¿Extrañas las cámaras?
Hablando de los dones, me gusta mucho la adrenalina que sientes cuando estás en vivo, esa sinceridad y peculiaridad que puedas tener, hay gente que se traba, no puede hablar, no, a mí me gusta hablarle a las cámaras, tengo la naturalidad y el oficio de tantos años y yo solamente he descansado, no he cambiado.
¿En Estados Unidos también hiciste telenovelas?
Hice una novela y vi que la pasé no tan bien cuando tenía que dejar a mi hijo. Allá no tienes a nadie, tienes a Dios y al sol que te calienta, y mi esposo tenía que ir a trabajar, yo dejaba a mi hijo en un lugar de cuidado de niños y no me gustaba eso, allí sentí que era más madre que mujer.
¿Tenías amigas en la televisión?
Cuando tú estás trabajando, porque la hora cuesta, el estudio cuesta, tú estás haciendo tu trabajo, la producción. Lo mejor que me pudo haber pasado es que yo no tenía tiempo para hacer vida social. Y creo que el pecado está en la rumba, en la vida social. En los ampays, todo está en lo que haces después del trabajo. No tengo un pasado de escándalos, ni desnudos ni nada, yo pagué mi universidad con mi trabajo.
Pero te perseguían…
Sí, pero yo tenía que irme a acostar porque al día siguiente tenía exámenes o trabajos que presentar, no tenía tiempo ni la voluntad para hacer vida social y estar con la gente que te llevaba a la tentación y a todo lo que a Dios no le agrada. Dios creo que tuvo misericordia desde entonces y me tuvo en mi sano juicio para no estar involucrada, por eso es que en mi pasado nunca está ni un ex como artistas, periodistas, no me gusta el ambiente para hacer vida social con ellos.
¿Cómo fue eso de ‘la Ciudad Blanca de Trujillo’?
Ah, sí, fue el segundo programa en vivo de Paparazzi, mi primera experiencia de hacer televisión, pero fue editado por la competencia y qué te puedo decir. Yo estaba naciendo como conductora en TV y estaba en vivo, te vienen los nervios. Recuerdo que estaba entrevistando a unos cantantes que iban a las ciudades más importantes del Perú, hablamos de Iquitos, Arequipa y ahí se me cruzaron los chicotes y me equivoqué, pero ahí mismo corregí, sin embargo fue editado y quisieron hacerme una campaña. Al final, yo terminé mi universidad, me colegié. Tuve el privilegio de hacer dos especialidades en la Universidad de Miami, una en periodismo en televisión y otra en locución y animación para radio y televisión.
¿Qué es lo peor que te han hecho en televisión?
Bueno, todos hemos saboreado la traición. Lamentablemente, la gente que está vacía piensa subir peldaños pisando cabezas, los perdono, pero no olvido.
¿Volverías?
Me gustaría compartir y soltar todo lo que he aprendido en el extranjero. Tengo mucho conocimiento tanto teórico como práctico y por qué no traerlo a mi tierra. Si eso hace que yo pueda promocionar, transmitirlo a través de las redes sociales, la televisión o cualquier medio de comunicación, por supuesto que lo haría.
¿Harías otra vez un programa de espectáculos, como Paparazzi?
No, no me gusta como es el espectáculo ahora.
¿Qué no te gusta?
No me gusta como es el artista, ahora tiene otro enfoque, veo que ya lo artístico, lo que quieren ofrecer al público no es lo primordial. Tampoco me gusta la forma como los periodistas de espectáculos se creen artistas, no se ubican. Digo las cosas en amor, pero es mi punto de vista como comunicadora que soy. El periodista tiene que mantener su lugar. Te haces amiga de los artistas porque te crees artista y te codeas con ellos, y así no puedes ser objetiva, hablas o dejas de hablar porque es tu amiga o porque no te conviene o estás condicionada a decir o no decir.
¿Qué clase de programa te gustaría conducir?
Un magacín, porque tengo tanto de qué hablar, tanto he aprendido en todos estos 25 años que vivo en el extranjero, creo que puedo hablar como esposa, madre, hija y amiga. Hay gente que critica, ‘ay esta no sabe bailar’, pero ella no sabe bailar, ‘ay esta no sabe actuar’, pero ella nunca pasó por actuación, entonces para poder hablar tienes que saber, no te metas a criticar. Y en un magacín tú puedes hablar de todo y lo que no sé lo puedo preguntar, soy periodista.
¿Cómo empieza tu faceta de empresaria?
En República Dominicana hice una maestría en Dirección de Comunicación Corporativa en la Pontificia Universidad Católica de Santo Domingo. Abrimos con mi esposo un centro médico especializado en el cuidado de heridas y yo hago dirección de comunicaciones.
Y ahora abrirás un spa aquí en Lima…
Sí, próximamente estaremos abriendo el negocio, estamos buscando implementar el buen manejo y el uso de las áreas y el concepto que he traído, porque no soy un salón, soy un spa donde el cuidado de la piel y la relajación son los pilares.
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