Fue un rostro serio que contaba lo que ocurría, transmitía sensaciones y la gente se acostumbró ‘tenerla’ en casa. Parece una adolescente, pero es una guerrera. Sigrid Bazán, ex conductora de televisión, ahora aspirante al Congreso, lucha por sus opiniones y día a día describe lo que pasa en el país.
Eso dicen.
En Instagram 359 mil, en Facebook 288 mil y en Twitter 226 mil.
No son ni el cinco por ciento de la opinión del país.
Hay muchos ‘troles’ a sueldo (un anónimo que manda mensajes provocadores).
Cuando defiendo mi opinión.
No tienen los pantalones para decírmelo en la cara.
Dicen que tengo cara de niña con actitud de mala.
Es una mala broma.
Burlarse de que no sabían diferenciar el perejil del culantro es machismo.
Cuelgo fotos de lo que cocino, he aprendido a preparar salsa de tallarines, me sale muy bien.
No soy Gastón (Acurio), con el tiempo estaré en ese camino.
Lavo, pero no plancho.
Casi siempre uso prenda cómoda.
No me gusta la ropa formal.
Zapatillas, pero ni tacones ni vestidos formales.
No lo hago bien, aunque tengo actitud. Con una cerveza ya me la creo.
Ir a una cebichería, tomarme una cervecita y bailar en el local si me lo permiten, ja, ja.
Por la Universidad Católica, cerca de la avenida Universitaria con La Marina, el ‘caldo de gallina’, y otro en Húsares de Junín, en Jesús María, un local llamado ‘La Picante’.
He tenido que ‘parchar’ a algunos que me pedían que les cuente todas las noticias que había dado en la televisión.
La gente piensa eso.
Uno debe recoger la información y escuchar todas las fuentes. Esos ‘sabelotodo’ siempre caen mal.
Sí. Cuando me escriben: ‘estoy en el hospital y no me atienden’, me da una tristeza, porque no es esa sola persona la que está pasando eso.
Estudio una maestría a la que estaba matriculada antes de esta pandemia.
Hago ejercicios y como en la casa tenemos un jardín, baño a mis perros: Jackson, Orgo y Nala.
Sí y salimos en marcha con los alumnos. Sacamos una banderola contra el ‘Baguazo’.
Siempre he estado en contra de la violencia.
Nos han tirado bombas lacrimógenas y un amigo casi pierde un ojo.
Es uno de los requisitos.
Una sola vez estuve con un aliancista.
Mal, por eso tiene que ser crema como yo.
Nací hincha merengue.
Debo tener una fortaleza emocional muy grande.
Lo debo manejar, siento el dolor de las personas en este difícil momento.
Muchas gracias por esta conversación y a cuidarnos todos para salir pronto de esto.
Cuando sonó el clic del teléfono me quedé pensando en esta muchacha que defiende con todo lo que cree y piensa. Se siente triste, no baja los brazos y se subleva a sus propios temores. Sabe que esto pasará. Como lo dijo alguna vez el genial Charly García: ‘No se quejen chicos, ya vendrán tiempos mejores’.
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