Por: Katty Gines
Hace más de cuarenta años, la playa ‘El Silencio’ era un lugar desértico donde muy poca gente veraneaba, pero un joven pescador, Román Ruiz, junto a su esposa, decidió colocar esteras y triplay en medio del arenal para armar su puestito de cebiches. Su humildad, dedicación y buen trato al público fueron piezas claves para que el puesto de ‘Román, el pescador’ creciera como la espuma, tanto así que empezaron a llegar políticos, gente de la farándula y deportistas para comer sus cebiches y la especialidad, chita frita. El año pasado, tras ser desalojado de la playa, este pujante emprendedor no se dio por vencido, apostó en grande y abrió su restaurante en el kilómetro 42.5 de la Panamericana Sur para recibir a sus amigos y clientes que están felices por su regreso.
Tú vienes de una familia de pescadores, ¿cuándo decidiste poner tu negocio?
Desde los 15 años trabajaba con mi padre en la pesca. El quiosco lo puse en el año 1976, en un momento muy difícil porque había muy poca gente por aquí. Agradezco mucho a la atleta peruana Edith Noeding, que pasaba por ahí junto a su novio, y se sentaron a comer un cebiche en la mesita que estaba en mi puestito hecho con esteras y triplay. Mi señora preparó ese plato con pescado, cebolla, sal y limón, algo sencillo, y tuvimos miedo de que no les guste, pero se lo terminaron todo, ella me dio buena suerte, porque en las siguientes semanas mi pequeño local fue creciendo.
¿Fueron duros los inicios?
La verdad que sí, porque poca gente bajaba a la playa, imagínese que esto se hizo un ‘boom’ después de 20 años.
A tu local llegaron muchas personalidades, ¿a quiénes recuerdas?
Oswaldo Cattone, Adolfo Chuiman, Raúl Romero, de este último tengo un gran recuerdo, pues llegaba como estudiante universitario y cuando no tenía dinerito, yo le invitaba su frejol con su cebiche, pero cuando se hizo conocido, él me ayudó cuando perdí mis ahorros en 1985. Recuerdo que fui a pedirle prestado 200 dólares, me los dio y luego puso en mi otra mano 300 dólares, diciéndome que se los dé a su ‘tía’, mi esposa, eso nunca lo olvidaré.
¿Por qué ‘Román, el pescador’?
Bueno, soy Román y soy un hombre de pesca, así que ese nombre iba bien, ‘Román, el pescador’. Como te decía, los primeros años fueron muy duros, no había público, todo era arena, y era una verdadera alegría ver llegar a uno que otro veraneante.
¿Cuál es el principal secreto para preparar un buen cebiche?
El principal es que el pescado sea bien fresco.
Durante la época de verano, la gente busca más platos marinos, ¿qué haces durante el invierno?
En invierno me dedico a la pesca, en mayo y junio hay bastante calamar y otras especies.
Ahora que has estrenado un nuevo restaurante, ¿cuáles son tus planes?
Agradezco mucho a los clientes que me han aconsejado, me voy a esforzar más para que mis productos tengan un mayor valor, y voy a seguir creciendo como pescador y emprendedor.
¿De qué manera innovas con tus platos?
En esta nueva faceta vamos a agregar nuevos platos, como el charquicán hecho con raya seca, con su papa y cebiche, hay muchas ideas por desarrollar.
¿Cuál es el plato que tiene más demanda?
El cebiche es lo máximo acá, mi esposa mantiene la receta del día en que empezamos en la playa.
El tema del pescado y los mariscos es complicado, ¿cómo es tu control de calidad?
En cuestión de pescado y mariscos nadie me engaña, yo los pesco y puedo decir que son productos muy frescos, aquí los clientes tienen garantía.
Un hombre de mar tiene miles de anécdotas, ¿recuerdas alguna?
Un día me fui a pescar a alta mar con mi cuñado y un amigo, en un instante apareció una animalada, todos arrancaron y se fueron, pero con mi pequeña embarcación no pude hacerlo, así que en ese momento en que los animales se venían hacia nosotros, mi cuñado hizo sonar una botella con el cuchillo debajo del agua, y se fueron. Luego aparecieron muchos peces y regresamos felices.
¿Qué consejos les darías a los chicos que sueñan abrir un negocio como este?
Deben darle prioridad a los productos frescos, ponerle dedicación y amor a lo que hacen, porque eso les gusta a los clientes, quienes siempre van a regresar si los tratas bien.