Jonathan Maicelo, empresario serio: la faceta que pocos conocen

Jonathan Maicelo acaba de estrenar uno de los varios gimnasios que quiere tener. El modelo de negocio es solidario y en esta primera parte nos cuenta más detalles


El boxeador Jonathan Maicelo acaba de cofundar el gimnasio de deportes de contacto Fighter Club, ubicado en Los Olivos, que se caracteriza por sus precios accesibles y por sus becas a deportistas de bajos recursos. El 2017 espera abrir tres locales más, entre Chorrillos e Independencia. El siguiente objetivo de es que en el mediano plazo Fighter Club se convierta en la cadena más importante de gimnasios para deportes de contacto de todo el Perú. Esta es la faceta de empresario serio de Jonathan Maicelo.

Jonathan Maicelo nació en Los Barracones. De pequeño su abuela le enseñó una lección que lo acompañaría por el resto de su vida. “Ella me decía que si yo llegaba a la casa todo golpeado, con moretones, ella me golpeaba más por dejarme”. Jonathan creció en un hogar sin padre, en medio de mucha pobreza y necesidades. Esa rabia, que él llama energía, lo convirtió en un peleador callejero. “Primero, para defenderme, y luego para ser un gran boxeador”.

Cuando conoció a fundador de Yaqua, empresa social que vende agua embotellada para promover proyectos de agua potable en zonas pobres, Jonathan Maicelo compartió con él su sueño de poner un gimnasio. Fernando le contó su historia, de cómo salió de Los Olivos, conoció 20 países, y se convirtió en empresario antes de los 23 años. “A mí no me tienen que pintar el cuento de la pobreza, yo lo he vivido: tenía que bañarme en la calle con un balde de agua, a la vista de todos”.

De esa forma nació , un gimnasio de corte social, que cobra una mensualidad accesible a cambio de financiar becas para deportistas de bajos recursos. “Quería un gimnasio para preparar atletas y también para diseñar la mejor versión de uno, para rescatar a los chicos de las calles”. El sueño de Jonathan Maicelo, así como el de Fernando Tamayo, su socio en este emprendimiento, es transformar la energía negativa de los jóvenes de las calles en ganas de salir adelante, a partir de la enseñanza de deportes de contacto. “Yo empecé a entrenar a los trece años en un gimnasio en el Callao. Había guantes con hueco y yo corría sin zapatillas, para no gastarlas. Pero entrené gratis y siempre tuve una meta. He representado al Perú desde juveniles y pude ayudar en casa con los 200 soles al mes que me daba la federación. Era dinero limpio, que no los ganaba en la calle haciendo otras cosas. Fue parte del proceso para crecer, para salir adelante, gracias al deporte”.


¿Como nació la idea de fundar Fighter Club?

- Vengo de un barrio difícil. Por eso toda mi vida soñé con poner un gimnasio. Allí nació, de las ganas de emprender un negocio de artes marciales, y sobre todo por trabajar por los muchachos de las calles, jóvenes que pasan necesidades en todo sentido, de hogares disfuncionales, de maltrato, que no les hacen caso, o de extrema pobreza, como yo. A pesar de eso siempre tuve el sueño del negocio propio, que ahora es Fighter Club. En una entrevista, con Fernando, en un programa de radio, le comenté a Fernando lo que quería hacer. Siempre he cumplido mis sueños, como comprarle su casa a mi mamá. Ahora tenemos este gimnasio.

¿Cómo ha sido poner este negocio?
- No ha sido fácil. Cuando vinimos al terreno, que era la casa de Fernando en Los Olivos, cuando era niño, era un descampado, con plantas viejas y un árbol caído. Había que construir todo desde cero. Recurrimos a financiamiento de gente que colaboró pagando clases personalizadas por adelantado. De esa forma gestionamos una parte del capital. La otra parte vino de empresas a modo de auspiciadores. Entonces levantamos todo y te podría decir que este es el mejor gimnasio para deportes de contacto de Lima, a nivel de los que ves en Nueva York. Yo me he mudado aquí, porque siempre quise vivir donde entrenaba. Ahora soy de Los Olivos.

¿Cuáles son tus objetivos?
- Abrir un gimnasio en el cono sur, por Chorrillos, abrir otro en el Mall Plaza de Los Olivos, y finalmente uno en el Callao, en mi tierra, donde nací, para que todos los chicos qu e quieren hacer deporte, pero terminan en la delincuencia porque nadie les da ninguna oportunidad, desfoguen toda esa rabia y energía en los deportes de contacto.

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