Richard Cedano es piurano, estudió filología en Rusia, trabajó para una empresa de tablas sostenibles en California y durante su tiempo libre corría olas. En Perú se compró una combi y la adaptó con cama y cocina para viajar. Creó su escuela de surf y su auto es su oficina móvil que tiene como atracción a ‘Olita’, quien no solo es su fiel compañera, sino la jefa de seguridad y marketing.
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El tablista cuenta que al terminas sus estudios partió a California para trabajar en una compañía que hacía tablas sostenibles. Y es uno de los pocos peruanos que corrió una de las olas más grandes y peligrosas del mundo como la de Mavericks en dicha ciudad.
Hace 12 años está en el país y lo primero que hizo es comprarse una combi Volkswagen del 62 muy viejita y con las ventanas partidas con las que viajaba. Ya cuando las cosas mejoraron económicamente, compró otra y la adaptó para dormir en ella y también cocinar.
Richard aprovechó que sabía tres idiomas y su móvil para empezar con su negocio de surf ‘Caesars Soul’, nombre que le puso como homenaje a su primer perrito. Él iba a los a los hospedajes y recorría a los turistas para bajar a la playa y enseñarle las técnicas sobre las tablas.
‘Olita’, la jefa de seguridad y experta en marketing
Hace un buen tiempo, cuando transitaba por las calles de Villa María del Triunfo encontró a una perrita que estaba desnutrida y casi podía andar. No lo pensó dos veces y decidió llevársela consigo para darle una mejor calidad de vida.
A ‘Olita’ no le falta nada, vive feliz viajando a todos lados con su amo y si tiene que trabajar, ella misma es, pues no se despega de su amo ni en las horas de dictar las clases. También madruga, pues todo debe estar bien armado para clientela a las 7 de la mañana.
“Ella es la protagonista de mi negocio, muchos vienen aquí porque la vean y se quedan a darle algunos mimos y luego me preguntan por las clases. Mi Olita se gana el corazón de todo aquel que la ve, además, aparte de cuidar nuestra mini empresa, es muy buena marketera”, detalla.
Atención personalizada
Richard dice que compró su camioneta vacía y en pandemia y él mismo la transformó. Le puso cama, sofá, cocina y otros implementos para viajar con todas las comodidades al interior del país. Además, le sirve como oficina durante los días de clases.
Y como buen anfitrión Cedano prepara panqueques, cafecitos y otras bebidas calientes que les ofrece a sus alumnos luego de finalizar las clases. Él cuenta que la idea es que sus alumnos se lleven una experiencia completa y lo disfruten al máximo.
El verano es la fecha de las vacas gordas, hay más clientes que bajan a todas horas para aprender este deporte y en la temporada de invierno baja el negocio, pero siempre hay uno que otro amante de las olas que baja y los turistas.
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