Hace tres años tuve el enorme placer de conocer a Aquilina Palomino, una mujer muy alegre, con una gran sonrisa y con una actitud muy positiva. Hoy, a través de las redes sociales nos enteramos de su fallecimiento y cómo todos quedé consternada tras la penosa noticia, pues aún estabas a la mitad de la meta con tu proyecto, pero los que te conocimos sabemos de la gran labor que hiciste, ayudando a las familias más pobres del país combatiendo con la desnutrición. Desde esta sección queremos rendirle un pequeño homenaje posteando la entrevista que nos diste para la sección.

Gracias mi querida amiga Aquilina, quedamos en vernos para celebrar la vida después de esta pandemia, pero partiste antes de tiempo y eso nos entristece mucho. Gracias por tanto, por tu trabajo constante con las madres de familia a quienes les enseñabas a cocinar nutritivas recetas para que alimenten mejor a sus niños, tu contribución al Perú ha sido muy grande. ¡Hasta siempre!

Entrevista a Aquilina Palomino, dueña de ‘Forticao’

Es de Huaral, la penúltima de 13 hermanos, 7 de ellos murieron cuando apenas eran niños. Estudió enfermería en la capital, pero al no encontrar un buen trabajo que le ayude a mantener a su hijo, viajó a Uchiza, distrito de Tocache, en San Martín, donde el terrorismo y el narcotráfico había dejado un pueblo sumido en la pobreza, con un alto índice de niños anémicos. Aquilina Palomino tuvo que cantar hasta en micros para terminar la carrera, y creó ‘Forticao’, un chocolate para combatir la desnutrición infantil que hoy se distribuye a nivel nacional en una cadena farmacéutica y se alista para llegar a los Estados Unidos.

Aquilina Palomino de ‘Forticao’
Aquilina Palomino de ‘Forticao’

¿Cómo es que te animas a hacer empresa?

En realidad, fue una frustración, los programas sociales no le daban importancia a las investigaciones que hicimos sobre este producto y las archivaban.

Has tenido una vida muy sacrificada, cantaste en los micros para subsistir. ¿Es verdad que con eso lograste terminar la universidad?

Buscaba trabajo de enfermera, pero ese sueldo no me alcanzaba, porque la universidad me obligó a hacer medio internado, estudié en la Cayetano Heredia. Subí a un micro y encontré a un amigo que cantaba, bajé y le pregunté cómo era el negocio. Me dijo que ganaba 50 soles diarios, así que decidí cantar al día siguiente.

¿Qué se te venía a la mente cuando lo hacías?

Pensaba que esto me serviría para pasar a otra etapa, además disfrutaba cantar. Subía a los micros cuando no me tocaba el internado, estuve casi un año, hasta que saqué mi título.

Aquilina Palomino: "Cantaba en los micros y ahora tengo una gran empresa".
Aquilina Palomino: "Cantaba en los micros y ahora tengo una gran empresa".

¿Por qué después de estudiar en Lima te vas a Uchiza?

Pasaba por un momento de depresión, tenía un hijo, toda una tragedia familiar, quería huir de una situación que no era favorable para mí.

¿Cómo es que te animas a hacer chocolates para combatir la anemia?

En Uchiza habían niños abandonados, desnutridos, con un futuro incierto, pisé tierra y me entró la idea de la ayuda social. Los establecimientos de salud son lo mismo de siempre, dan hierro sintético que la gente no termina de tomar por los efectos secundarios.

¿Dónde empezaste?

En Tarapoto, pero me estafaron en el 2008, por lo que empecé de cero.

¿De dónde nace tu espíritu emprendedor?

Soy de alguna manera la prolongación de mi madre, ella tuvo 13 hijos de los cuales 7 murieron siendo niños menores de 5 años, vivió extrema pobreza. Cuando era la fiesta de mi pueblo y mataban a los toros, mi mamá me daba una taza de la sangre de la res, decían que daba valor. Eso fue bueno emocionalmente; como hemos vivido carencia material, eso ayudó a que alcanzara cosas que no tengo.

’Mi madre nos mandó a la cancha’, ¿qué significa esa frase para ti?

A pesar de que ella era muy pobre, soñaba en grande, decía que sus hijos no van a dañar la tierra como yo, porque era agricultora. Cuando mis hermanos terminaron la primaria, nos mandó a Lima, logramos estudiar y somos profesionales.

¿Qué fue lo más difícil al iniciar tu empresa?

Tener un buen capital para este tipo de industria, entrar a cadenas de distribución como Inkafarma y lidiar con la competencia desleal.

¿Dónde se distribuye su producto?

A nivel nacional en Inkafarma y también a pedido. Salimos a los conos a promocionar y a enseñarles a los padres a cuidar la salud de sus niños... Soy enfermera, tengo una maestría en Salud Pública, seguí cursos de administración de empresas, pero la universidad de la vida me enseñó más cosas.

¿Qué hace cuando se le cierra una puerta?

Busco otra, porque de 200 que tocas, 5 te harán caso.

¿Pensó en algún momento en ‘tirar la toalla’?

Sí, pero decidí no tocar más las puertas de programas sociales, ahora me dirijo a las familias para combatir la economía está un poco paralizada, pero tú pasaste peores cosas.

¿Qué rescatas de todo lo vivido?

Las situaciones adversas te ayudan a ser más creativo, las cosas con esfuerzo son mejores. Si canté en los carros, fue porque necesitaba, lo hice alegre porque sabía que era temporal.

¿Cuántas personas trabajan para ti?

Empezamos 2 y ahora somos más de 20.

¿Qué tan importante es la capacitación?

Es muy importante, porque cuando la gente no conoce comete errores, hay pérdidas.

¿A dónde quieres expandirte?

En Estados Unidos tenemos personas comprometidas para poner puntos de venta, vamos por esa meta.


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