Emprende Trome | El último fin de semana nos llamó la atención un post que se viralizó en las redes sociales. El gerente general de la pastelería ‘Maria Almenara’, Carlos de la Flor, uniformado de pies a cabeza, con su mochila en la espalda y a bordo de su bicicleta, empezó a entregar los pedidos a domicilio y recalcó a sus clientes que tengan paciencia, buen humor y empatía con los chicos repartidores, pues él recuerda que a sus 18 años hacía delivery de pizzas con el sueño de comprarse un televisor para ver el Mundial.
Tener paciencia, entender qué cosas están bajo su control y cuidar su salud, pues el negocio va a volver.
Lo que más me movía era nuestra gente, buscar las alternativas posibles para sostener los puestos de trabajo, pensamos en nuestros clientes, sentíamos que podíamos alegrar corazones en momento de confinamiento con nuestros productos. Salvar desde un inicio a los pequeños proveedores y negociar con los proveedores más grandes para mantener la cadena de valor, pagar los alquileres que son rentados por familias, porque ellos viven de eso y pensamos en los colegas para unirnos y compartir experiencias.
En 1994 yo tenía 18 años, una epoca de terrorismo y de hiperinflación, yo venía de una familia de clase media baja y mi sueño era conocer el mundo y tener una televisión, así que cuando llegaron las marcas internacionales trabajé como repartidor en Burger King y en Pizza Hut. Trabajé horas para llegar a mis propinas. Esta experiencia me sirvió para aprender mucho sobre atención al cliente, a saludar, sonreír y entendí que el chico que hace delivery es un ser humano con muchas necesidades. Ponerme la mochila generó a mis casi 45 años la emoción de llegar a una casa y decir ‘¡que tenga un dulce día!’.
Recordemos que la gente que pide comida por delivery busca volver a conectarse emocionalmente con su vida previa al coronavirus. Comer, para el peruano, es parte de la oferta de entretenimiento.
Sí, vamos a volver a humanizarnos, tener empatía del otro lado de la oferta y del lado de la demanda. Esto de poner al consumidor al centro no es nada más que humanizar las relaciones, si me lavo las manos cuido al otro, si mantengo las distancia cuido del otro.
Que el emprendedor se preocupe por su equipo y ser un solo puño y hacerse responsable de su metro cuadrado.
La persona que te lleva el alimento es tan héroe como los que están en primera línea porque ese chico hace que tú no salgas y se pone en riesgo por ti. Los repartos son un canal de sobrevivencia, te ayuda como consumidor a que no te expongas; vamos, seamos más humanos con ellos. Por otro lado, ellos viven de propinas, en mi caso están saliendo los meseros, y tenían un ingreso adicional para pagar sus estudios, su celular. Ellos reparten sus sueños, hay que ser empáticos.
Lo veo con optimismo, hay una oportunidad de me quedo en casa, yo me quedo en el barrio, es el momento para acercar los negocios al barrio, a las calles, a las zonas residenciales porque muchos hacen teletrabajos.
Deben unirse para combinar ofertas, llegar con propuestas más relevantes al consumidor. Pensar en estos meses a dónde quieren llegar con sus negocios y planear desde ahora.
Hemos abierto las redes sociales, la compra por Rappi como marketplace que nos canaliza los pedidos en cierta zona de cobertura y los despachamos con personal propio. Hemos abierto nuestro e-commerce para que hagan pedidos para llevar o recogerlos, el otro canal son las tiendas físicas para que recojan sus pedidos.
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