La historia empezó hace algunos años, cuando recién tramitaba su DNI azul. Cruzó el océano, decidió aceptar el reto de un mundo desconocido, pero fascinante para su carrera. Sergio Peña pertenece a ese grupo exclusivo de peruanos que militan en el extranjero y que siempre será voceado para vestir la blanquirroja,
Hablo portugués, el inglés me defiendo bien y el holandés lo estoy aprendiendo.
Soy el DJ.
Antes que llegue sonaba el hip hop, rap, ahora regueatón y salsa.
Se motivan. Antes conversaban, charlaban, pero todo cambió.
Me pongo a cantar, hago mis ‘conciertos’.
Sí, pero no me gusta mucho.
Mi mamá me dio un consejo que lo aplico.
Hijito no bailes, que lo hagan los feítos.
Les digo a los ‘chancaditos’: ‘Ustedes tienen que rumbear y hacer chistecitos’ para ganar puntos.
Luchito Advíncula sí o sí tiene que tener ritmo.
En Perú les gusta oler muy bien. Te preguntan qué perfume usas y en cada convocatoria siempre llevas dos o tres para intercambiar.
Más se preocupan del peinado. Termina el primer tiempo y lo primero que se arreglan es el cabello.
El día anterior sí, pero las otras era difícil y veía videos del argentino.
Ni una palabra.
No. Solo si fuera un amigo o alguien que admire mucho.
Román Riquelme o Ronaldinho.
Me dio tristeza. Lo primero que pensé es que mi hija iba a nacer.
Llegó Vittoria y me he mentalizado que habrá nuevas oportunidades para que me vea jugando mundiales.
Supero las 200, es mi hobbie coleccionarlas.
Mi esposa es influencer, promociona productos: ropa y artículos de belleza.
Por ahora, yo.
Casi 220 mil.
Arroz chaufa más o menos.
A los 18 recién cumplidos, Granada me contrató y me ofreció llevar a mis padres.
Quería madurar.
Nunca me olvido de mi país.
El tráfico, a veces me molesta el claxón que lo tocan a cada momento.
Siempre estaré acostumbrado a Lima.
A ustedes. Y ya saben, debemos cuidarnos.
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