
Los códigos de barrio los tiene marcados a fuego en la piel. Jamás hablará o juzgará a otros, pero no tiene problemas en referirse a sí mismo. Alfonso ‘Puchungo’ Yáñez es divertido, pero también ha tenido momentos duros, derrotas que marcan y el dolor de haber sido engañado. Uno de los futbolistas más ‘pepones’ y pedidos por las chicas en los años 90, nos cuenta que también ha perdido en el amor...
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A ver pues, el que lo hace estaría mintiendo.
Me jode que la gente comente alegremente cuando todos hemos pasado por ese problema.
Amigos y amigas publicando cosas, riéndose, juzgando.
Me llamaron por otro nombre en la cama.
Fue raro, a cualquiera que le pasa eso ‘vuela’, pero me empecé a reír.
A veces uno se cree palomilla, que se las sabe todas, y te sorprendes de que te haya tocado.
Me pedía perdón, disculpas.
Me duché, cambié y le dije: ‘Llámalo a ese hue... que nombraste para que pague la habitación’, y me arranqué.
No estaba en mi directorio. No lo tenía rankeado.
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Cuando eres chiquillo, miras a la ‘geba’ de tu amigo y dices: ‘Qué bonita es’. Lo comentas y que no me digan que no, porque eso es ser mentiroso.
Puedes abrazar a los dos y decirle a ella: ‘Qué le has visto a este’. Todo en joda, pero hay los que tienen otra forma de actuar...
Esos que la pegan de ‘hermano Pablo’. Les aconsejan que busquen otra persona, que él no les conviene.
Le aviso a mi ‘causa’ que su ‘flaca’ me agregó a sus redes.
Llevarla a los lugares donde me vacilo. En mi caso, siempre bajo a mi barrio.
Hubo un par que no.
Estaba ‘piña’ y cuando las llevé se armó una balacera y no se quedaron un segundo más.
Puedo decirle a alguien: no te drogues, porque nunca probé. También aconsejarle: no fumes, porque jamás tuve un cigarrillo en mi boca. Pero a nadie puedo reclamarle que no se emborrache, porque yo lo hice y lo hago.
Es una costumbre del Callao. A la gente mayor la tratamos así.
Claro y me cuesta decir sobrino.
Estaba en un bar con unos amigos y la que atendía era una chica muy guapa.
Me pidió una foto y me inflé como un pavo. Cuando hicimos la toma me dijo: ‘Mi abuelita es tu hincha’.
No me mandó a la tía, sino hasta la abuela. El tiempo pasó volando.
Sí, pero de sangre y ecografía.
Nada. No vaya a ser que a esta edad me pueda gustar.
Cristal. Tiene futbolistas que han jugado finales y eso pesa en esta clase de partidos.
Se defiende bien y eso es mérito del profesor Carlos Bustos, que armó su equipo de atrás para adelante.
Hay muchos que quieren ser más vedettes que los futbolistas.
Claro y la gente te hace sentir importante. Cuando un entrenador quiere salir más en la televisión, el jugador lo siente.
Lo importante es que el jugador le crea.
Guardiola o Mourinho estudian lo mismo que todos, la diferencia es cómo le llegas al pupilo.
El ‘Gato’ Cuellar no era un erudito en tácticas, pero se te metía en la cabeza y te hacía sentir la camiseta, te sacaba lo que ni tú mismo sabías que tenías.
Salen más que el presidente de la República y eso a los futbolistas les incomoda.
Como si los peruanos no hicieran lo mismo. Es que tenemos ‘extranjeritis’ aguda.
Es que no es solo en el fútbol. Si un médico peruano trigueño, bajito, te dice que debes operarte de emergencia de apendicitis, lo piensas. Pero si aparece un doctor argentino o brasileño y te dice lo mismo, vas corriendo.
El entrenador que viene de afuera se ofrece a ganar la mitad de lo que pide un nacional, pero pone como condición traer él a los jugadores. Allí ‘pica’ y termina ganando mucho más.
Hay extranjeros que llegaron a dar cátedra. Un ejemplo: Tomás Silva.
Vino colgado del brazo de Ernesto ‘Pinocho’ Vargas y sin el cartel del otro la rompió y hasta ahora es ídolo en la crema.
A ustedes y trátenme bonito con el titular. Un gran abrazo.
Con sonrisas, bromas y carcajadas, pero sin ocultar la verdad. Más sincero, imposible. Bien lo dijo el genial novelista británico George Orwell: “En una época de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario”.
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