POR: FERNANDO ‘VOCHA’ DÁVILA
En las veredas húmedas del muelle de Chorrillos, todos lo saludan, le regalan un ‘buenos días’ lleno de afecto y él responde como se devuelve el saludo a los amigos de toda la vida. Rubén Toribio Díaz, en esta parte de Lima, donde las olas revientan cerca de tus pies y el olor a pescado te penetra, es un amigo más. Acá ganó sus primeros soles y fue templando ese espíritu que lo llevó a ser figura importante en el equipo que ganó la Copa América de 1975.
‘Panadero’, ¿cuál fue tu premio por ser campeón de América?
Creo que solo me dieron 250 dólares.
¡¿Qué?!
Y Hugo Sotil, que había llegado de Barcelona, me regaló 500.
¿Mucho más?
Sí y ahora que me ve, me dice que le devuelva, ja, ja, ja.
¿Otro momento inolvidable?
Esa noche, después de ganar, nos fuimos a festejar al hotel donde estábamos concentrados y Marcos Calderón se puso a bailar.
¿Y qué pasó?
Como era grandote, gordo y tenía las piernas arqueadas, se tropezó y se cayó de espaldas. Nos empezamos a reír y ¿sabes qué respondió?
Ni idea...
¿De qué se ríen, cojudos? Ese es el paso, ja, ja, ja.
En ese campeonato fueron clásicos tus duelos con el colombiano Willington Ortiz...
Culpable era el ‘Chueco’, nuestro técnico. Me lo recordaba todo el día.
¿Cómo es eso?
Luego del entrenamiento, entraba a mi cuarto de la concentración y me decía: ‘Ya entró a la cancha Willington y usted está durmiendo’ y yo me ponía furioso.
¿Y en el campo de juego?
En la final vi que le hizo falta a Percy Rojas y me acerqué. Cuando el árbitro estaba mirando para otro lado, le metí un puñete entre la oreja derecha y la nuca.
¿Reaccionó?
Se abrió para la otra punta, mientras Julio Meléndez y Héctor Chumpitaz me gritaban: ‘Gordito, tranquilo, te van a expulsar’.
Tienes que contarme una más...
Chile tenía al ‘Negro’ Ahumada. Un delantero que le hacía goles a todos los equipos peruanos y lo llamaban el ‘Verdugo de Perú’.
¿Lo ‘ajustaste’?
Cuando agarró la primera pelota, sentí que nuestros aficionados se asustaron, sabían que era temible para la selección y fui, lo esperé, lo barrí y lo saqué volando. Me quedé mirándolo y nunca más volvió.
¿Te daba miedo algún delantero?
Me preocupaba cuando de las tribunas me tiraban esas pilas antiguas. Me caían en la cabeza y me dolía harto.
¿Qué compañero te pedía ayuda?
El ‘Ciego’ Oblitas, cuando lo agarraban a patadas, me pasaba la voz: ‘Proyéctate’ y yo iba a defenderlo.
¿Subías?
Sí. Lo malo es que ahora él se olvidó de uno y de muchos de mis compañeros.
Con el título del 75, ¿tocaste el cielo con las manos?
Sí y, además salvamos el fútbol peruano.
¿Por qué?
Nos gobernaba el militar Juan Velasco Alvarado, que tenía como plan desaparecer el fútbol profesional y que el campeón de la Copa Perú vaya a la Libertadores. Gracias a ese título, siguió el torneo profesional.
¿Sabes por qué vinimos al muelle?
¿Por qué?
Porque sabemos que acá tuviste tus primeros trabajos...
Fuimos 10 hermanos, mi papá era panadero y mi mamá ama de casa. Tenía que venir a ‘buscarme los frejoles’ yendo a alta mar a pescar y solo era un niño.
¿Lo más bonito que te gritan los hinchas?
Por ti fui feliz al colegio.
¿Un consejo para los actuales jugadores?
Olvídense del dinero, si ganan el título, la gente se los va a agradecer toda la vida.
¿No importa el millonario premio?
Vale mucho, pero no se compara con el cariño del pueblo.
Gracias, siempre que charlamos nos dejas una enseñanza...
Un abrazo para el mejor diario del Perú.