¡Hola, mi gente linda de ! Hoy estoy más que feliz… ¡me están engriendo demasiado! Gracias a mi público que nos acompaña y expande la fe por todo el planeta. Seguimos en la ‘Ciudad de la Eterna Primavera’ y me encontré con este invitado, porque esta persona es una leyenda viviente.

Hemos compartido camerino en la selección peruana y hoy está en un lugar que se merece. Mi invitado de lujo es Manuel Marengo, quien actualmente dirige un equipo junto al profesor Carlos Arrelucea.

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¿Cuáles son tus chapas en el fútbol, hermano?

La primera fue en Alianza Lima, cuando jugaba de delantero. Me decían ‘Marengol’. Esa me la puso Mauriño Mendoza, porque en un partido contra León de Huánuco entré y, en 20 minutos, ya tenía dos goles. Yo era suplente, y los bravos eran Waldir Sáenz, el goleador histórico, y Darío Muchotrigo. Miguel Ángel Arroé era el entrenador, pero en ese partido me tocó ser titular.

Y en la selección Sub 23 también te pusieron otra chapa, ¿no?

Sí, ahí fue Freddy Ternero el técnico. En ese torneo, Efraín Trelles, el periodista que tenía su colita, me puso ‘El Zorro’.

Jajaja… recuerdo que una vez te pusieron un antifaz como el superhéroe.

¡Sí! Fueron los periodistas de Trome. Un día le pregunté a Trelles: “¿Por qué me pusiste ‘El Zorro’?”. Me dijo: “Porque eres rápido”. Y en ese torneo me nombraron el más veloz. Esa fue la base para esa chapa.

En Cristal fue la otra. En un torneo de reserva, robé una pelota en mitad de cancha y no paré hasta el arco. ‘Ñol’ Solano me decía ‘Mané’, porque ‘Manuel’ en la cancha era muy largo. Después, Álex Magallanes y ‘Charapa’ Torres empezaron a relatar ese gol con “¡Mané!” y terminaban con “¡Maní!”, jajaja. La última chapa fue ‘El Maravilloso’.

¿Qué recuerdas de tu infancia, Maní?

La verdad, estoy agradecido con Papá Dios por los padres que he tenido. Tuve una infancia sana y feliz, con respeto, comunicación, educación y disciplina. Jugábamos con nuestras zapatillas “sin fin” en Villa María, en campo de tierra. Ahí conocí a La Foca, donde había mucha pica pica, poca patada y bastante fútbol. Yo siempre estoy en San Juan de Miraflores. Vivo en Surco, pero paro metido allá.

Marengo jugó las Eliminatorias a Francia 98 (Foto: GEC)
Marengo jugó las Eliminatorias a Francia 98 (Foto: GEC)

¿Qué travesura te viene a la mente?

Por donde yo vivía había un hostal de una estrella, y en esa misma avenida estaban las chicas malas que se metían con la gente que pasaba por ahí. Entonces, con los muchachos del barrio metíamos cuetes debajo de las puertas y salíamos arrancando para ver cómo salían los patas, todos subiéndose la ropa… ¡Pura travesura de barrio!

¿Cómo empiezas en el fútbol?

En el barrio. Jugábamos en ese complejo deportivo que hoy es el IPD, desde los 7 años, en calichines. Luego pasé a infantiles, y ahí jugaban Pablo Zegarra, Germán Muñoz y Orlando Lavalle, que también es entrenador. Después me fui al Deportivo Zúñiga, que luego se unió con el Club Meteor. Llegaron ‘Machi’ Pinillos, ‘Pichicho’ Valdiviezo… Jugamos liga con gente de peso como Cañamero, el negro Cáceres, Ricardo ‘La Chancha’ Besada y el ‘Loco’ Del Mar.

¿A qué jugador admirabas de chico?

A ninguno. No tenía un jugador favorito, pero cuando empecé a jugar admiraba mucho al ‘Poeta’ César Cueto. Después, tenerlo en Alianza Lima y recibir sus consejos… también sus puteadas, pero todo fue para bien.

En 1994 llegó Brzic a Alianza. Antes alternaba, pero cuando llegó el serbio, nunca estuve. Yo sentía que estaba mejor que otros y hablaba con Cueto. Él me pedía que esté tranquilo. Yo quería mandarlo lejos, pero el ‘Poeta’ me calmaba. Igual, nunca jugué y ese año terminaba mi contrato. ¿Y ahora? ¿Para dónde?

Me fui a Sullana. El presidente era Paco Gonzales, del Banco Regional del Norte. Cuando llego a la oficina, me dice: “¿Tú sí eres Marengo, no?”. Saqué mis documentos y se los mostré. Me dice: “Es que hace unos días llegó un moreno diciendo que era Marengo, le di una plata... ¡y nunca regresó!”

Manuel Marengo buscó continuidad en Alianza Atlético (Foto: GEC)
Manuel Marengo buscó continuidad en Alianza Atlético (Foto: GEC)

¿Quién te pone como defensa?

Mi viejito, Freddy Ternero. En 1995, él llega a Sullana y, por acumulación de amarillas, un partido no podía jugar. En una práctica le faltaba un central y me pide que juegue de lateral. Yo le dije: “No, yo voy de central. Te voy a salvar todos tus partidos”. Me puso ahí y me quedé.

A la semana siguiente, me pone de central ante Ciclista Lima. A los 15 minutos… ¡penal! ¿Quién lo hizo? Manuel Marengo (risas). Igual ganamos 4-1. Después vino la convocatoria a la selección peruana y me llamaron como central. Ya tenía medio año jugando en esa posición. Freddy me ayudó muchísimo: me motivaba, me aconsejaba. Fue clave en mi carrera.

Luego te vas a Cristal en 1997 y hacen una gran Copa Libertadores.

Sí. Llegué y Markarián me dijo lo que quería de mí, y me puso a jugar la Copa Libertadores. Yo jugaba de último hombre; por derecha iba (Marcelo) Asteggiano, y por izquierda, el ‘Conejo’ (Miguel) Rebosio.

Si no llegamos más lejos, es porque Dios no lo quiso. Muchos cometimos errores. Si ganábamos todo, campeonábamos. Pero si llegamos hasta donde llegamos, fue porque Él así lo quiso. No cualquiera llega a una final. Markarián nos comió la cabeza. Nos decía que si queríamos, ¡llegábamos! Lo mismo que hizo Gareca con los chicos en Rusia 2018.

Tírame una anécdota, pues.

Te cuento una del Aurich-Cienciano. Yo estaba en Cienciano, ellos necesitaban ganar. El partido era en Chiclayo, íbamos 0-0. Entré faltando 20 minutos y el ‘Chato’ Aldo Olcese, que estaba en mi equipo, hacía tiempo… se tiraba al piso, todo el show.

Yo lo miraba y le gritaba: “¡Aldo, párate!”. Y el ‘Chato’ le decía a Cuto: “¡Auuu, Cuto!”. Cuto le decía: “Déjalo, está haciendo tiempo”. Pero arriba hay un Dios que todo lo ve. Me decía: “No te equivoques, Mané”. Así me hablaba.

Ganamos 1-0 con las justas… Faltando tres minutos, una pelotera, y Jair Céspedes la puntea y se mete. En la siguiente fecha, ellos iban al Cusco. Yo no iba a jugar, estaba lesionado. Y le digo: “¿Mano, cómo estás? Seguro ahora te vas a vengar”. Y me responde: “¡Cállate! ¡Yo ni voy a jugar!”, jajaja.

Manuel Marengo jugó histórica Copa Libertadores de 1997(Foto: GEC)
Manuel Marengo jugó histórica Copa Libertadores de 1997(Foto: GEC)

¿‘Maní’, cuéntame una del profe Roberto Mosquera?

Lo tuve primero en Cristal y después en Bolognesi. Ahí me sacó del cuadro. Me citó para conversar y cuando llego le digo: “Hola, Roberto”, porque ya nos conocíamos. Parece que no le gustó cómo lo traté… y ¡me puso el parche!

Yo pensaba que me iba a decir qué quería de mí, cómo íbamos a jugar, qué mejorar... pero no. Me soltó todo su currículum: que había jugado en la selección, en el extranjero, que fue a un Mundial… ¡Locazo! Nunca me dijo qué esperaba de mi juego. No lo entendí.

Dicen que las charlas de Mosquera antes de los partidos eran únicas...

Sí, comenzaban tranquilo, pero después se encendía: “¡Yo quiero que presionen ACÁ... HUMMF! ¡Y ACÁ... HUMMF!”. Y cerraba: “¡Ya, muchachos, vamos a ganar!”.

Una vez, estábamos todos en la sala, esperando la charla, y se para ‘Chemo’ Ruiz frente a la pizarra. Y empieza a imitarlo: “¡Quiero que presionen ACÁ... HUMMF! ¡Y ACÁ... HUMMMMFF!”. Y justo Mosquera estaba en la puerta... ¡Todos nos matamos de risa!

¿Qué recuerdos tienes de esos 5 años en Cristal?

Estoy muy agradecido con Cristal, porque cuando la gente pensaba que yo ya no daba más para el fútbol, el club me apoyó sin tener contrato. Es cierto que me lesioné estando allí, una parte muy dura de mi carrera. Me fracturé la tibia por estrés.

Hice pretemporada con Cristal, con Miguel Ángel Arrué. Yo jugué la Copa Libertadores del 97. Llegué a la pretemporada del 98 y me estresé. Obviamente, estaba lejos, mi abuela estaba en el hospital —ese año se me fue—, la mamá de mi hijo estaba embarazada del mayor, y con las lluvias del norte los de Sedapal habían hecho una zanja y el agua se había metido, la casa se estaba hundiendo.

Mi mujer me dijo: “Me voy a ver a mis padres”. Y yo pensando en ella, el embarazo, mi abuela en el hospital... tensión total. En un entrenamiento sentí dolor en la tibia de la pierna izquierda. Estábamos en Chile y le dije al doctor Ramón Aparicio: “Me duele la tibia”. Me recetó unas pastillas para el dolor, pero nada.

Manuel Marengo y Mario Gómez coincidieron en Juan Aurich  y Sport Boys (Foto: GEC)
Manuel Marengo y Mario Gómez coincidieron en Juan Aurich y Sport Boys (Foto: GEC)

¿Y en qué momento te lesionas?

Me sacan una placa y ven que faltaba un poquito para que se me rompiera la tibia en dos. Tenía microfracturas arriba y otras abajo. Me dijeron que necesitaba ocho meses para que eso suelde. Yo dije: “Si esto lo tengo por estrés, no me voy a estresar más”.

Le dije a la mamá de mis hijos: “Vámonos al norte”. Dejamos las cosas en su casa y a relajarnos. Era noviembre. No quería pensar si me iban a renovar o no. Llamé a mi casa para ver cómo estaban las cosas y me cuentan que había llamado Pepe Vergara, gerente de Sporting Cristal. Lo llamo y me dice que habían tocado mi caso en Cristal y que llegue lo más rápido a su casa.

Te imaginaste lo peor, seguramente...

Me dijo: “Manuelito, no te vamos a hacer contrato”. “¿Para eso me has hecho venir tan lejos?”, le respondí. Yo lo conocía más que todos, porque él era dirigente de Meteor. “Es cierto”, me dijo, “no te vamos a hacer contrato, pero vas a seguir en el club. Te vamos a pagar tu mensualidad hasta que te recuperes y de ahí ya conversamos”.

Yo había averiguado dónde me podían operar y vi que en Cuba había un tratamiento. Le dije a don Pepe y, en una semana, me sacó los pasajes. Me fui con el doctor Aparicio. Me dieron un carné de turista y me lo olvidé. El hospital era solo para turistas. Más grande que el Hospital Rebagliati. Me hicieron los exámenes y, mientras tanto, conocí todo Cuba, todo Varadero, todo.

¿Y qué te hicieron?

Me operaron y pregunté qué me habían hecho. El doctor me explicó que habían raspado mi hueso y con ese polvillo habían rellenado las rajaduras (fisuras). Me podía regresar a Perú. Un mes en muletas sin apoyar el pie, otro mes apoyando un poco, y al tercero que bote las muletas para volver a entrenar. Y así fue, hasta el sol de hoy.

En Sport Boys, Manuel Marengo se ganó a la difícil hinchada rosada (Foto: GEC)
En Sport Boys, Manuel Marengo se ganó a la difícil hinchada rosada (Foto: GEC)

¿Qué pasó cuando llegó Autuori a Cristal?

Yo había tenido un buen año y me querían dos clubes grandes de Lima, pero por respeto a Cristal y lo que habían hecho por mí, no acepté. Renové con Cristal por menos dinero del que me ofrecían en los otros lados. Y cuando llega Paulo Autuori, a los cuatro meses, me limpiaron. Nunca me dijeron si fue decisión de la directiva o del entrenador.

Eso fue en mayo del 2002. En el 2003 me voy a Tacna y Paulo Autuori agarra la selección… y me convoca. ¿Entonces? En esa época estaba Diego Rebagliati y me dice: “¿Qué le has hecho a Autuori? ¡Viene y te revienta cuetes!”. Con esas dos cosas ya saqué mi cuenta de cómo habían sido realmente las cosas. Después, en la selección, el entrenador me dijo que no había sido decisión de él.

¿En el 2007 te vas a Sport Boys?

Sí, con Machito Gómez, Michael Guevara, el ‘Gordo’ Elías, el ‘Checho’, el viejo Ibáñez y Henry Colán, que en paz descanse. Los primeros meses no cobramos ni una moneda. Después entró Alberto Kouri.

¿Cienciano en el 2008, cómo te fue?

Estaba con Juan Ángel Flores, ‘Chiquito’. Esa temporada fue cuando me dijiste: “Te vas a vengar”. Yo llegué porque Franco Navarro me había pedido. En ese campo antiguo me rompí los ligamentos cruzados y los meniscos. Me fui a Argentina a operarme y, en cinco meses, ya estaba jugando.

¿Cómo llegas al Juan Aurich en el 2009?

También fue por Franco Navarro. No me renovaban en el Cusco y él me llama. Me dice: “Te voy a pasar con el presidente del Juan Aurich. Vamos para Chiclayo, ¿qué haces allá matándote de frío?”. Conversé con el hombre y todo maravilloso. Por tierra me quería ir.

¿Te acuerdas cómo lo hacíamos renegar a ‘Pechito’ Luis Fernando Suárez?

¡Claro! Una vez se te perdió el polo de gala y dijiste: “Profesor, se me ha perdido el polo”, y yo te dije: “Lucho, yo te doy el mío, que por las puras lo tengo, porque ni en lista salgo”. Y justo el profe estaba a mi lado. “Marengo…”, me dijo. Pero es verdad pues, profe, ¿para qué lo voy a tener si nunca salgo en lista? Toma, te lo regalo.

Al final de temporada lo llamo a Edwin Oviedo para decirle que me iba, y me responde: “No te puedes ir, porque el profesor me ha dicho que te quedes”. “¡Nooooo! Ese me quiere retirar del fútbol”, le dije, ja, ja, ja. “Gracias, pero cuando ese señor se vaya, regresaré”.

A los días me llama otra vez Mario Gómez. “Maní, la señora Carla Bozzo quiere hablar contigo”. Ese fue el primer año que compartí con Carlos ‘Kukín’ Flores Murillo. Era un loco, pero dentro de su locura era buena persona.

¿Qué recuerdos tienes de la bicolor?

Estuve desde la Sub-16, Sub-20 con Chalaca y Sub-23 con Freddy Ternero. También con el ‘Ciego’ (Oblitas), Maturana y Autuori. Con Juan Carlos Oblitas jugué más, nos alternábamos con Pepe Soto para Francia 98. Fue una linda experiencia, aunque nos dolió quedar fuera por puntos.

¿Qué pasó en Miramar?

Más fue el escándalo de los periodistas que lo que realmente pasó. Fue ‘Todo Sport’. Se hizo tan grande esa situación que se vendió como la borrachera del año, cuando no fue así.

Habíamos terminado de entrenar y faltaban 20 días para el partido. Me llama la negra Percy: “Vamos a jugar vóley”. Le dije a la ‘Foca’ (Roberto Farfán), a ‘Ñol’ y a mi hermano. Entre las chicas estaban Luren (Baylón), Jéssica (Tejada), Margarita (Delgado). Jugamos 5 contra 5 y apostamos el almuerzo. Les ganamos, almorzamos, y para bajarla con una cervecita… En eso escuchamos: clash, clash, clash, clash. Cuando sale el primer flash, yo levanto la cabeza. Por eso, en las fotos yo salgo mirando y con un cigarro en la mano. Al toque nos fuimos.

Pero como te digo, más fue el escándalo del periodismo que lo que sucedió. El ‘Ciego’ nos pidió una explicación y le dijimos que lo que se veía, era lo que pasó. Había una caja de cerveza, pero entre como 14 personas… ¿qué te puede hacer? Mientras investigaban, estábamos separados de la selección, y como me iban a buscar a la casa, me fui a Sullana a ver a la mamá de mis hijos. Cuando me iba a regresar, me dijo que no me fuera, que me había llamado Pepe Aramburú. Había investigado y era tal cual se lo dijimos. A los cuatro días, volvimos.

¿Te costó el retiro?

La verdad, muy poco. Ya venía pensándolo y preparándome. Al comienzo miraba fútbol, pero no lo observaba. Después, ya como parte de un comando técnico, lo ves de otra manera: por qué te mueves por aquí, juega corto, juega largo... y luego te entra ese pensamiento de: “Si yo hubiera estado allí, habría hecho esto”. Pero lo saqué de mi cabeza.

Cuéntame otra de Cristal…

No recuerdo quién lo dijo, si Roberto Mosquera o Leo Rojas. Agarró el balón y preguntó: “¿La pelota de qué está hecha?”. Todos respondieron: “De cuero”. “¿Y el cuero de dónde viene?”, preguntó. “De la vaca, pues”, dijeron. “¿Y la vaca qué come?”. “Pasto”, respondieron. “¡Ahí quiero que jueguen, en el pasto!”, nos dijo.

Otro día estábamos en una charla con Roberto Mosquera y nos dice:—Muchachos, les voy a contar la historia del burro.Un burro, un niño y su abuelo iban a su casa, pero tenían que pasar por tres pueblos. En el primero, el abuelo iba montado y la gente decía: “Ese viejo, cómo hace caminar al niño”. Cambiaron, y el niño se montó. En el segundo pueblo criticaron que el abuelo caminara y el niño fuera montado. En el tercero, se bajaron los dos y caminaron junto al burro. ¿Y qué les dijeron? “¡Más huev… tienen al burro y ninguno se monta!”.El mensaje era: no a todos les vas a caer bien… ¡jajaja! Yo me pregunto: ¿no era más fácil decir solo lo último?

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