
Hola, mi gente de ‘La Fe de Cuto’, que está en todas partes del mundo y nos sigue todos los viernes. ¿Dónde estoy?, se preguntan. Tranquilos, para este invitado yo soy un chancay de a cincuenta, porque cuando jugábamos sabía que estaba entre los gallos, pero ahora tiene una nueva faceta. Así que quiero darle la bienvenida a Juan Diego Gonzales Vigil. Nos hemos enfrentado tanto, mi hermano, y la verdad que alguna vez se la dejaba porque era bien cargoso.

Cuéntale a mi gente, ¿dónde estamos?
Estamos en el hipódromo, como dices tú. La verdad, reinventado. Desde chiquito, toda la vida me gustaron los caballos. Mi papá, en el haras, criaba caballos de carrera en Lurín. Nosotros hemos sido de chacra, le encantaban los animales. La vida fue dando vueltas y, después del fútbol, me empezó a gustar esto… y lo hago feliz.
Me cuentas que en este trabajo debes tener mucho cuidado, porque los caballitos se pueden lesionar, ¿no?
El caballo de carrera es un animal muy potente. Desarrolla velocidad y fuerza de una manera brutal. Es un animal de 500 kilos que va a 70 kilómetros por hora, y tiene que mantener eso en una carrera de 1,000 a 2,400 metros, que dura de un minuto a dos minutos y medio. Ahí dejan todo. Bajan como diez kilos por cada carrera.
Tú, como preparador, tienes que tener al animal al 100 % para que despliegue todo su potencial. Si el tuyo gana, te dan más caballos. Pero son propensos a lastimarse, sobre todo con temas musculares y óseos. Los tendones son muy delicados, y si te pasas con el entrenamiento —como nos pasaba a nosotros en el fútbol—, te desgarras.
Pero un desgarro para nosotros te deja fuera un par de partidos; para un caballo, lo deja afuera ocho meses. Por eso, lo importante es tenerlo sanito.

¿Cuántas chapas tienes? Yo recuerdo la del ‘Lobo’ y la de ‘Chuck Norris’…
Me acuerdo que cuando empecé, me decían ‘El Tren’, pero no pegó. De ahí fue ‘El Lobo’, y ‘Chuck Norris’ sí quedó de largo. Un montón me ha dicho ‘Blanco’ desde chico. Los patas locos me dicen ‘Loco de la Guerra’…
¿Y por qué ‘Lobo’?
Por un partido ante Cienciano en Matute. Me tocó hacer cuatro goles, imagínate… ¡yo! Al día siguiente pusieron: ‘El Lobo se comió a la Caperucita’. Ahí quedó ‘Lobo’ de largo. La de ‘Chuck Norris’ sí me gustaba, y era por el parecido. Ese fue el único partido en el que hice cuatro goles. Estaba tapando Óscar Ibáñez. Esa mitad de año salí goleador del campeonato.
¿De qué barrio eres?
De Lurín, de toda la vida. Mis papás se casaron en el año 74. Tenían un terreno grande en Lurín. Al principio se dedicaban a la avicultura, tenían granjas de pollos, pero después se metieron a los caballos de carrera. Vivíamos a la espalda del puente de Lurín, cerca al río.

¿Cómo fue esa infancia?
La verdad que la pasamos bonito. Somos ocho: seis hermanas y un hermano menor. Ya se casaron todas, por si acaso… ja, ja, ja.Fue una infancia rústica, con animales. Mi papá hacía alimentos para animales, vivíamos entre caballos. Fue una etapa que me encantó. Ya de más grande se complicaba porque Lurín queda muy lejos. Tenía un solo amigo, porque no había barrio. Gustavo Frisancho, que vivía a dos cuadras, era con quien me iba al colegio. Después había chancherías, pero siempre fuimos de chacra, de toda la vida.
¿Cómo empiezas en el fútbol?
No tenía idea del fútbol. Llegué al colegio y, en primaria, veía a mis amigos jugar y empecé a meterme. En Lurín no había con quién jugar. De chico era rápido, fuerte. Con ocho años jugamos la Copa Crema 2000 y salí goleador. Desde ahí seguí parejito.Hasta los once años estuve en el colegio, y de ahí pasé al Regatas, de invitado porque no era socio. Jugué ahí hasta los trece. Jaime (Duarte), a los catorce, me dice: “¿Vas a dedicarte a esto o no?”. Mi papá también me habló claro para que me lo tome en serio. Entonces, con 14 para 15 años, me llevan a probarme a Alianza Lima, pese a que mi abuelo es de la familia Bentín. Yo soy Gonzales-Vigil Bentín.
¡Ayayayyy…!
Siempre me quisieron llevar a Sporting Cristal, pero yo dije: “No, quiero buscarme la mía”. Yo soy hincha del Muni, pero en ese momento me gustó Alianza. Cuando en el colegio jugaban el clásico Alianza–‘U’ del recreo, yo siempre jugaba por Alianza.Un día me fui a probar como cualquier ‘X’. Fui a esa prueba en verano y la pasé. Me quedé en Alianza de 14 para 15 años.
Ese mismo día también probaban las categorías 85 y 86. A la semana siguiente me hacen jugar ahí, y justo había unos holandeses del Ajax que venían a llevarse a dos jugadores para un programa.Los holandeses me vieron y me seleccionaron para irme allá. Hice la prueba para quedarme en Alianza. Luego me piden que vaya a la categoría 84, donde estaban Paolo, Jefferson, Cucurucho, Rinaldo Cruzado, Lalo Uribe y Carlitos Fernández. Yo estaba más perdido…
¿Y qué pasó?
Empezó la rueda y todos se preguntaban qué deporte practicaba yo… ¡ja, ja, ja! Lo vi a Paolo y a Jefferson y dije: “Estos son extraterrestres, juegan otro deporte”. Era para verlos nomás, porque era impresionante lo que jugaban.Llego a mi casa y mi papá estaba con los gallos, me pregunta: “¿Qué tal la 84? ¿Crees que vas a jugar allí?”... “No creo, viejo”, le respondí. “Hay dos delanteros terribles”. Igual me quedé.
Jugaba de titular en la 85 y de suplente en la 84. Un rato era por Paolo y otro rato por Jefferson. Jugamos el campeonato de la Federación, campeonamos, y después me dicen que me iba a Holanda. Me fui un mes para allá, imagínate.

¿Tienes fotos de esa experiencia?
Claro, éramos 25 chicos de todas partes del mundo: chinos, australianos, belgas, franceses… de todos lados. Ellos jugaban con sistema 3-4-3 en rombo. Me quedé mes y medio. Luego, en cuarto y quinto de media, me voy a Huancayo para debutar en el Wanka.
¿Con 16 años debutas en el Wanka?
Claro. Había gente de experiencia en ese equipo. Era el 2002, todavía jugaban Chemo y ‘Kukín’ Flores. En Wanka estaba el tío Pariguana, Rafael Arnao, Rafael Gallardo, Jair Vásquez… Rivelino Carazas. Yo era chibolito.
Rivelino era mi vecino en Corongo…
¡Claro! Él me cuidaba. Tengo bastantes buenos recuerdos de él.Fui prestado por Alianza Lima. Jugué buen partido ante la ‘U’ en Huancayo y también contra Alianza en Matute. Al final del año, me hicieron regresar. Me quedé hasta el 2005, cuando me fui a España.
Tú hiciste rapidito tu camino.
Eso que en el 2002 me fui a jugar a Georgia. ‘Chalaca’ Gonzales me lleva a una Sub-20. Yo entrenaba emocionado, pero estaban Paolo Guerrero y Jefferson. Aparecía el ‘Loco’ Vargas. El profe me dice: “Estás bacán, pero a esta Sub-20 no llegas, tú eres menor, juega en la otra. Aquí hay gente que ya juega en Primera”.Entonces me llamó el profesor Zacarías y me dijo: “Ven a jugar a Georgia”. Le pregunté: “¿Es en Primera?”. Me dijo que sí, y me fui. Cuando llegué, parecía la Segunda Guerra Mundial. Jugué en Primera, hice un par de goles, jugué ese Sudamericano y después el de mi categoría.
¿Alguna anécdota de esos tiempos con Jefferson y Guizasola?
Esos dos paraban juntos, eran inseparables. A mí me tenían seco. No es que me compraba chimpunes a cada rato, pero un día, no sé de dónde, saqué unos chimpunes tipo Samba, de tela. Mi viejo me dijo: “Están bonitos”. Cuando me los puse, vi a estos conch… me estaban marcando mis tabas, decían que parecían de los años 70. Al día siguiente, los habían amarrado y los habían tirado al cable de luz. Eran jodidos, pero la pasábamos bien.Yo concentraba con ‘Cucurucho’… no sabes la cantidad de mentiras que he escuchado, ja, ja, ja.
¿Qué más recuerdas de esa etapa en Alianza Lima?
Cuando regresé de Georgia campeonamos en 2003 y 2004. Con Gustavo Costas le ganamos una final a Cristal y me tenía considerado. En el 2004 jugué Copa Libertadores. Concentraba con Chicho Salas, que me botaba mis medias, ese con Olcese te vacilaban todos los días. Hicimos un buen grupo, la pasamos bien. Salimos bicampeones y aprendí bastante.
¿Qué recuerdas de tu paso por Málaga?
Es una ciudad bonita. Me tocó un momento complicado. Venía de hacer 14 goles en Alianza. El Málaga A estaba en Primera y el B en Segunda. Yo tenía 20 años, me contrataron por cinco temporadas. Solo el Real y Málaga tenían equipos en Segunda.Pero el primer equipo descendió y todo se complicó. Era el goleador y tenía ofertas del Betis, pero me lesioné. Ahí también falló el representante, porque como jugador de Segunda no podía jugar en Primera. Me recuperé y terminé ese año. Hice pretemporada con el equipo descendido, pero no había cupo de extranjero. En ese equipo estaba el ‘Chengue’ Morales. No se quiso ir y me tuve que ir a Bélgica.

¿A qué equipo fuiste?
Fui al Zulte Waregem, que era un equipo chico, pero iba a jugar en Primera y también la Copa UEFA. Tenía 21 años. Jugué, pero se me complicó con el entrenador. Me trataba mal, me hacía entrenar el triple.Jugué un partido contra el Ajax. La ‘Momia’ Jaap Stam, en una dividida, yo paro la pelota de pecho y por detrás me mete una patada en la espalda que la pelota salió rebotando para adelante. Volteé a verlo, pero del susto no le dije nada.Después regresé a jugar en Cienciano.
¿Cómo fue esa etapa?
Ya con 22 años había caminado bastante, con cosas buenas y malas. Estaba Uribe, pero no lo tuve mucho porque se fue a la selección peruana. Llegó Pepe Basualdo. Se metía a jugar en las prácticas y olvídate… le querías pegar y no podías.Él se acordaba de mí porque yo salí goleador en Alianza cuando él estaba en la ‘U’. Me dijo: “No te puedes olvidar de meter goles. Lo que te falta es confianza, así que vas a jugar todos los partidos hasta que acabe el campeonato”. Esa temporada salí goleador, metí 12 goles y jugué todos los partidos. Quería quedarme, pero me llegó oferta de la ‘U’ y de Alianza Lima.
¿Qué decidiste?
Me debí quedar en Cienciano media temporada más con Basualdo. Me entró la duda de volver a Lima. Y a pesar de estar en Lima, siempre hay distracciones.
¿Quién manejaba tus temas contractuales?
Jorge Abanto y Raúl Gonzales, que manejaba a Jefferson. Eran muy cercanos.Ahí tengo una anécdota: yo jugaba en Zulte, en Bélgica, y lo iba a ver a Eindhoven. En mi carro fui a recoger a Josepmir Ballón, que se estaba probando en Brujas. Vimos jugar a Jefferson, después fuimos a su casa, y luego Raúl me vino a ver jugar contra Ajax. Cuando estaba en mi departamento arreglando mis cosas, lo llamó Jefferson y se fue. ¡Me abandonó! Me fui solito a mi partido.
¿Y con ‘Cucurucho’?
Cuando me voy de España a Bélgica, tenía que ir al día siguiente a presentarme y entrenar. No sé cómo, pero en la noche terminé en un hotel en medio de la carretera porque no había vuelos. ¿Y a quién me encuentro ahí? A ‘Cucurucho’. Lo habían llevado para ofrecerlo, no sé, a qué club.
¿Después de Cienciano, dónde decidiste jugar?
Era Alianza Lima o Universitario. Pero antes de irme a Málaga, la dirigencia de Alianza me trató mal. Así que no quise regresar donde no me habían tratado bien.En el otro lado estaba Nunes, que me llamó y me dijo: “Tú eres jugador para la ‘U’, te quiero acá”. Y firmé por la ‘U’. Pero lo triste fue que, después de llegar de Estados Unidos tras la pretemporada, el profe renunció.Estando en la ‘U’ me llaman de Portugal. Me fui, no pude arreglar, y en el interín trajeron a un chileno y me compliqué. Después llegó Ricardo Gareca.
¿Qué tal el profe?
Bien. El profe hizo un perfil psicológico a todos. De una. Donny jugó todo el campeonato. Como persona, bien. No jugué mucho con él. Ese año campeona Bolo con Reynoso. Llega fin de año y como no jugué, no estaba en sus planes. Me dijeron que no contaban conmigo y me voy a Bolognesi con Juan Reynoso. Salí goleador... De ahí se da ese partido en Tacna que me peleé con el profesor...
¿Verdad que pasó con el ‘Tigre’?
Se armó un ‘chongazo’. Creo que fue un poco por ego. O sea, yo había salido de la ‘U’, llego a Bolognesi y empiezo a hacer goles. Pero Reynoso hacía su clásica rotación y con Miguel Mostto éramos ‘la dupla’. Todos los goles que metí fueron pases de él. Entonces, para el ‘Cabezón’ era uno o el otro. Yo venía de hacerle dos goles al Sport Boys y pensaba que era fijo, pero el profe me sienta por la rotación. Yo quería jugar por mi revancha con la ‘U’.
En el borde de la cancha calentaba para que me viera el profe y me meta. Nos hace gol la ‘U’ y me quería meter solo a la cancha. Entonces me pone faltando 15 minutos y hago el gol del empate. ¡Se me cruzan los cables y se lo grito al profe! ¡Mal, pues! Hasta las huevas…
Termina el partido, viene Mayer Candelo a cambiar camiseta y conversamos. Le dije: “Creo que la cagué”. Y cuando veo, viene el profe... También se le habían cruzado los cables. Decía: “Solo quiero preguntarle una cosita”, pero me quería mandar a la mi...

Después regresas con Alianza Lima…
En el 2008 fue complicado, peleamos la baja hasta el último.
Jugamos un partido decisivo y nos lo ganan en Chiclayo…
¡Claro! Te fui a marcar en todos los córners y me comí varios codazos. A mí me mandaban a marcar a los fuertes o grandes en la pelota parada y yo les llegaba al hombro. Me comí todos los codazos. Jugar la baja con un equipo es una presión tremenda, te embruteces y no te sale nada. Traían psicólogos, cómicos... nada funcionaba. En el 2009 vuelve Gustavo Costas y ya peleamos la final con Universitario.
Campeona la ‘U’ con Reynoso.
Yo tenía la marca del ‘Zorro’ Alva, que es mi causa. Después jugamos juntos en Cristal. Lo tenía que marcar y, después que pasa la jugada, suelto la marca y un mal rechazo le deja la pelota a Piero y hace el gol. Ese día tapó de todo ‘Supermán’ Fernández.
Después te vas a Cristal. ¿Quién te lleva?
Juan Reynoso. Estuve medio año con Cristal y también nos tocó jugar el descenso con él. Ese año jugamos juntos y fue el año en que se retira el Chorri.
¿Después te vas a la San Martín?
Sí, pero ahí paré todo el verano porque salí lesionado de Cristal. Me habían operado de pubalgia en España, estuve bien, pero en Cristal me volví a lesionar. Es feo porque te deja jugar, pero no te desarrollas bien. No estás al 100%. Pasando la huelga, me voy con Franco Navarro a la San Martín. Después llega Ángel Cappa con Fernando Signorini, que era el preparador de Maradona. Teníamos buen equipo, Cappa me puso bastante y volví a Alianza Lima.
¿Era tu casa, Matute, no?
Esa vuelta tuvo su historia. Ese verano dejé de jugar, me desmotivé y dije: “Me voy a dedicar a otra cosa”. Me olvidé, no jugué todo el verano. Mi hermano jugaba en Esther Grande, yo lo iba a ver y me dicen para que entrene allí, porque estaba en nada. Entrené con la Sub-20 del Bentín y un día cae Alianza Lima para hacer una práctica. Jugaron, yo estaba viendo el partido y faltaba uno para el equipo B. Me dan ropa de Alianza y entré. Metí dos goles y Wilmar Valencia me dice: “Anda a entrenar si estás bien”. Fui al día siguiente y me dijeron: contrato. Tenía 29 años.
No has padecido eso de no encontrar equipo...
He tenido momentos buenos, que te llaman todos, y otros en los que no te llama nadie. Pero cuando te entregas a la de Dios, aparecen cosas. Cuando llegó Sanguinetti no jugué mucho y ahí es donde surge el cántico de la barra: “¡Lobo, qué estás haciendo!” La gente lo jodía al profe todo el segundo tiempo. Ya no me ponía ni en lista para que no lo jodan.
El hincha se portó muy bien conmigo. En el 2014 estábamos en España y fallece mi papá en un accidente. A los tres días era la presentación del equipo y la gente me arropó. Eso no me lo voy a olvidar. Yo entraba, paraba a 10 metros del arco y me aplaudían. Después, cuando calentaba, me gritaban: “¡Lobo, entra, métete nomás!”... Cuando el entrenador volteaba con las manos decía: “Calma, muchachos, tiene que calentar”. Y la gente: “¡Tú cállate, conch...!” Jajaja.
Después te pones la rosada…
En el 2018 sube Sport Boys y Johan Vásquez me dice: “Anda a la pretemporada y vemos cómo estás”. Hice toda la pretemporada sin contrato. En los partidos de práctica me hice amigo de Fernando Martinuzzi, que estaba de segundo arquero. Llegó el ‘Pana’ Tejada. Estábamos concentrados, se jugaba un clásico en el hipódromo y yo lo tenía enfermo a Martinuzzi con la hípica.
Consiguió permiso para salir, hacer una parrilla por la mañana y que la tarde fuera libre. Comiendo, se me acerca el DT y me dice: “¿Cómo es eso que entrenas como invitado y quieres irte al hipódromo?”... O sea, ¡te llega todo! Yo palteado... y empiezan a cagarse de risa. “Anda nomás”, me dijeron. Estaban bromeando. Esa temporada firmé contrato como volante central. Jugué cuatro partidos, sacan al profe, las cosas se complicaron y dejé de jugar.

¿Me ibas a contar una del ‘Pana’ Tejada?
Íbamos a jugar el primer partido en el Callao. No sé qué pasó con los exámenes médicos, que diez futbolistas no podían jugar. Yo venía de la pretemporada sin contrato y me llama el entrenador a las 3 de la tarde: “No hay lateral derecho”. “No se preocupe, profesor”, le dije. Ese partido lo ganamos 3-1. El ‘Pana’ de delantero.
Cuando revisan el GPS para ver cómo nos movimos, los colores indican: rojo es cuando corres rápido, naranja menos, amarillo menos, verde menos y azul significa que caminaste. Vi mi gráfica, chévere: una ‘L’ rojita, naranja. Cuando vamos a ver la del ‘Pana’: era el área chica, tres líneas azules y dos rojas fuera de la cancha. ¡Eso era lo que había corrido para celebrar los goles! Con eso hizo los tres goles.
¿Con Cachete Zúñiga me enteré que tú estabas metido en el mundo de los gallos. ¿Sigues?
De toda la vida. Somos criadores de cuatro generaciones, desde la época del Coliseo Sandía en el Centro de Lima. Era de mis abuelos. Mi papá era criador de gallos, yo también. Ahora lo vemos con mi hermano. Ya van once años desde que falleció mi viejo y seguimos con el galpón. Somos criadores de Gallos de Pelea de Navaja del Perú, una clase que solo hay aquí.
Siempre es controversial, pero es algo que llevamos en la sangre. Los criamos con dedicación, con empeño. Tratamos de hacer las cosas bien y nos divertimos un montón. Hemos ganado buenos campeonatos. Es una línea reconocida. Tampoco es que seamos lo máximo, pero cuando soltamos un gallo en la arena ya saben que es de nosotros. No criamos muchos, pero tratamos de criar bien. Con mi hermano tenemos un terrenito allá en Cieneguilla y criamos.
¿Cómo va el tema de los autos, que es otra de tus pasiones?
Sí, cuando era jugador tenía pasión por los autos antiguos de los setenta. Empezamos a comprar y teníamos un taller en la casa. Llegamos a tener como 14 carros. Nos divertíamos, la pasábamos bien. Luego pasamos a los autos de piques, corriendo los piques legales en La Chutana. Hemos corrido allí años.También he corrido en las Seis Horas Peruanas. Siempre me han encantado los autos. Ahora lo he dejado un poco porque estoy full con los caballos, pero es una afición que me encanta.

Quiero ir al tema de los caballos. ¿Por qué trabajar en esto?
Como te decía, a mi papá le gustaban los caballos de carrera. Esa fue la primera parte de mi vida, hasta que tenía 12 años. Teníamos el haras en Lurín y toda mi familia ha estado vinculada a los caballos. Mi papá más desde el tema de la preparación y la crianza.
Después, cuando empecé a jugar, me desconecté.Luego vino mi tío Jorge, hermano de mi papá, y empezamos a venir al hipódromo a ver carreras. Entre bromas, él compró un par de caballos, vino a ver cómo era la preparación y me di cuenta que era un tema físico intenso. Me enganché y me encantó.
Siempre me ha gustado estar físicamente bien. He tenido 20 preparadores físicos, los he torturado con preguntas, y me pareció aplicable a los caballos. Me compré un par, los preparé, les empezó a ir bien y la cosa se puso más bonita. Con un socio pusimos un stud, la gente empezó a hablar de nuestro trabajo, saqué la patente y ahora tengo casi 80 caballos a mi cargo.
Justo ahora Paolo Guerrero ha comprado tres…
Es un buen aficionado, buen hípico. Sabe de crianza, sabe de dónde vienen los caballos. Hemos estado conversando superbien. Ojalá hagamos algo interesante para que el hipódromo crezca y le vaya superbien.
¿Cómo es la candela ahí?
El Pura Sangre es una raza que viene desde 1780, es una línea pura. Es una organización mundial y aquí se corren clásicos de Grupo 3 mundial. Somos reconocidos en Sudamérica y en el mundo.Todo empieza por los haras, que crían a los caballos. Algunos traen padrillos americanos y los cruzan con yeguas buenas.
Los crían y a los dos años vienen al hipódromo para subastarlos. Tú vas a verlos, revisas papá y mamá, cuánto tienes en la billetera y escoges tu potrillo. Lo lindo es que todos sueñan con ganar la Polla de Potrillos. Buen premio y si gana, se vuelve parte del grupo mundial.Ahí es donde todos quieren comprar al crack. El de 5 mil dólares puede ser una joya y el de 50 mil puede salir malo. Son hermanos, pero nunca se sabe.
¿Cuánto te puede costar un potrillo?
Desde 5 mil hasta 60 mil dólares. Hay una yegua, Reina Elizabeth, que ha ganado 25 clásicos y su hermano lo han vendido carísimo. Como se dice, compras la ilusión.También hay que saber si corre en césped o en arena.
¿Es verdad que os jockeys tienen que ser como Chiroque?
¡Claro! Tienen que pesar 50 kg. El peso que carga el caballo es muy importante. Los machos corren con 56 kg y las hembras con 54. Con montura incluida. Un kilo más es un cuerpo de distancia.Si un jockey se cae, el caballo ya no vale. Todo se mide por el peso que carga.

¿Se puede usar inseminación para cruzar caballos?
No. Todo tiene que ser natural. La monta tiene que ser natural, certificada: padrillo con yegua indicada. Se protege mucho la raza.
¿Claudio Pizarro sigue metido en esto?
Estuvo bien metido, tuvo un stud grande. Poco a poco ha ido dejando. Ahora está Paolo, que es un excelente propietario para el hipódromo.
¿Es verdad que el Loco Vargas trataba a su caballo como mascota?
Jajaja. No estuve, pero me contaron que compró un caballo carísimo, le salió malo y lo trataba como a un perro. ¡Le daba menudencia de pollo! El caballo no es una mascota. Tiene personalidad. Ellos sienten si ganan o pierden. Si lo tratas mal, ni te mira.
¿Titín Drago es bravo en el hipódromo?
¡De toda la vida! Nos vemos seguido. Ha sido presidente de la Asociación de Propietarios. Es una leyenda. Ven un día, comemos rico, te dateo un caballo que gane y nos tomamos la foto abajo. Es una experiencia bacán.
¿Qué futbolistas están metidos en los caballos?
Alfredo Carmona, Puchungo ha tenido. Valera no tiene, pero está viniendo a ver carreras. Hay caballos que corren cada 15 días y te dan una buena tarde.
¿Qué hago si me compro un caballo?
Lo primero es tener un preparador certificado. Si lo compras en el hipódromo, te entregan un box. Me llamas, lo recojo y lo pongo en una pesebrera. En el hipódromo pagas una mensualidad accesible.
El año pasado ganaste el Derby. ¿Eso qué sería en el fútbol?
Como ganar el título nacional. Todos quieren comprar el caballo que ganó el Derby. Es la carrera más larga, de 2400 metros. La ganamos por tres cuerpos. Fue mi segundo año nomás. Primera vez para mí, para el jinete y para el dueño. Es el sueño.
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