Chapoteando en el agua, trepando troncos y tomando placenteras siestas en hamacas, los ositos de anteojos disfrutan de sus días en el Zoológico Huachipa, en plena pandemia.
Para que no sufran el estrés del cautiverio, estos simpáticos ejemplares, además, son engreídos por sus cuidadores, quienes están pendientes de sus necesidades, alimentación y los protegen como a sus hijos.
Michael Tello, jefe de Fauna, cuenta que el recinto alberga ocho osos: ‘Coyita’, ‘Juanita‘, ‘Anku‘, ‘Uku’, ‘Puqui‘, ‘Petsi’, ‘Yogui’ y ‘Pandú’.
La mayoría fueron rescatados del tráfico ilegal de animales silvestres, circos o incluso los usaban como peluches, como pasó con la joven ‘Coyita‘, de tres años y medio.
RESCATADO
La historia de ‘Pandú’ es igual de triste. Fue salvado cuando se encontraba en medio de un grupo de perros abandonados en la selva central de Junín. Llegó al zoológico temeroso con un mes y medio de edad y para sobrevivir tuvo que recibir fórmulas lácteas en reemplazo de la leche de su madre.
“Tratamos de que no sufran el estrés del cautiverio. Por eso, sabiendo que tienen que cambiar de rutina, comportamiento y olores, les preparamos enriquecimientos que consisten en alimentos envueltos a manera de cajas de regalo. Lo hacemos en promedio tres veces por semana y les sirve para que exploren, correteen, jueguen y coman. Así se divierten en esta cuarentena”, dijo Tello.
Los ositos también aprovechan para bañarse en sus pozos de agua.