Subir al cerro San Cristóbal se está convirtiendo en una tradición en Semana Santa. Con vela en mano y muchos vestidos con hábitos morados, miles de fieles realizan una peregrinación hasta la cumbre, donde está la cruz de 20 metros de altura. Allí rezan, piden perdón por sus pecados y otros suplican por la vida de sus seres queridos.
“Hacer este recorrido es como imitar en algo lo que Cristo tuvo que sufrir por nosotros. Él cargó una cruz, nosotros solo subimos con nuestro peso”, precisó Martha Gonzales, una devota de San Juan de Lurigancho.
Los comerciantes vendieron pescado a la placha con ensalada y cebiche a diez soles. También ofrecieron lomo saltado, arroz con pollo y tallarines con chicha morada y de jora. Incluso hubo pescado fresco y otros productos en una especie de paradita.
VENEZOLANOS
Otros vendieron otros productos, como souvenirs y hasta piedras de colores para la buena suerte.
También ofrecían ropa y comida, mientras ambulantes venezolanos sus conocidas bombas, arepas y tizana.
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