El ridículo chaleco antibalas que usa el fiscal José Domingo Pérez en el juicio de los ‘Cócteles’ de Keiko Fujimori, es parte de su ‘talk show’ para estar en las primeras planas de los medios eternamente.
A Pérez le ha llegado el momento estelar que siempre soñó. El martes, cuando le tocó sustentar su caso, se creía un ‘superstar’. Suspiraba, tomaba aire, lo retenía, sorbía agua, aceleraba su perorata, hacía pausas, blandía documentos, miraba a Keiko y le gritaba: ‘acusada’, ‘dictador Fujimori’, ‘organización criminal’… hasta que pidió ‘chepa’ para descansar. Todo un show, digno de un candidato a político.
Los periodistas experimentados esperábamos un proceso serio y alturado. Como lo fueron, por ejemplo, los de Alberto Fujimori y del narcotraficante Fernando Zevallos, ‘Lunarejo’.
En el de Fujimori, los fiscales José Peláez y Avelino Guillén tuvieron una actuación sobria, sustentaron sus argumentos con aplomo, pero alturadamente.
En el caso ‘Lunarejo’, el fiscal Juan Aranda Giraldo planteó su denuncia rápida y contundente. Aranda llegaba al juicio solo, sin chaleco antibalas, pese a que él sí debía usarlo: el narcazo había enviado a asesinar a varios de sus enemigos.
Más allá del histrionismo de José Domingo Pérez, su denuncia es inconsistente y hasta antijurídica, como lo han señalado conocidos abogados y hasta letrados antifujimoristas. Es certera la presunción que Keiko Fujimori recibió, se embolsicó y no declaró millones de soles que le dieron sus aportantes para sus campañas del 2011 y 2016. Pero, en ese momento, lamentablemente, los aportes de campaña no eran ilícitos, recién se han penalizado hace un par de años.
El proceso es inmanejable. Son 1031 declarantes de la fiscalía y otros casi mil por la defensa. Hay 40 coacusados y se analizarán cinco mil documentos.
En cada audiencia se podrá interrogar a cuatro declarantes. ¿Se imaginan cuánto tiempo se requerirá para recibir más de dos mil declaraciones? Eso demorará seis años. Sin contar las apelaciones y una posible casación en la Corte Suprema.
Es más, el testigo estrella del fiscal Pérez, Jorge Barata, el exmandamás de Odebrecht en Lima, ha dicho públicamente que no vendrá a declarar en el juicio de Keiko Fujimori, como Pérez lo aseguró, emocionado, durante la audiencia de ‘Los cócteles’.
Es un engaño de Pérez. Él sabía que Barata no se presentaría. El 21 de junio pasado, una jueza revocó el acuerdo que tenía Barata con la fiscalía, puesto que se había negado a declarar sobre los aportes que hizo Odebrecht a la campaña del expresidente Ollanta Humala. ¿Adivinan quién pidió que ese acuerdo fuera anulado? Pues, ¡el mismísimo José Domingo Pérez!
Lo hizo porque se dio cuenta de que Barata los había hecho ‘los cholitos’ a él, a su jefe Rafael Vela y a un veterano periodista de investigación, que creyeron ingenuamente en su palabra.
El proceso Lava Jato, que muchos decían sería el más grande caso de corrupción descubierto, terminará siendo el más grande engaño de la corrupción. Nos vemos el otro martes.
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