En mis más de tres décadas de mi carrera como periodista de investigación, que empezó en los años ochenta en la época más dura del terrorismo y el narcotráfico, he cultivado incontables fuentes policiales. Nunca, sin embargo, conocí a un policía tan mediático y ávido de propaganda como el coronel Harvey Colchado.
Precisamente, por ese desmesurado afán de figuretismo y arrogancia la Inspectoría de la Policía Nacional lo separó el sábado, temporalmente, de la jefatura de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac). La semana pasada, en el día de su cumpleaños 50, Colchado difundió en su cuenta personal de WhatsApp una torta que representaba el violento allanamiento a la casa de la presidenta Dina Boluarte, por el caso de los relojes Rolex.
Como se recordará, dicho oficial encabezó esa operación y, pese a que le dijeron que le iban a abrir, ordenó romper la puerta con un combazo.
La foto de la torta fue enviada por Colchado a sus contactos, pero minutos después la borró. Sin duda, alguien le advirtió o él mismo se dio cuenta de que era una burla a la institución presidencial, que representa Boluarte. Su reacción fue tardía. La imagen le llegó a la periodista Milagros Leiva, quien la difundió en su programa nocturno de Willax Televisión.
Colchado se ha caracterizado por la pomposidad de sus intervenciones a políticos, que son solicitadas por la Fiscalía y aprobadas por el Poder Judicial. Él mismo se hace fotografiar y ordena filmar a los intervenidos tal y como están en ese momento. La mayoría de los cuales recién están siendo investigados, pero sus honras quedan manchadas.
Las fotos y las grabaciones –especialmente escogidas en donde él siempre aparece en primer plano– son enviadas en tiempo real a los medios de comunicación, en donde Colchado tiene una legión de periodistas amigos que lo defienden abiertamente. Lo mismo ocurre con el material incautado, que debe tener carácter reservado. Los fiscales niegan que ellos sean los autores de esas filtraciones, por lo que es evidente deducir el origen de la entrega.
En el ámbito policial, muchos lamentan que este coronel se haya convertido en una especie de operador político que se creía intocable. Incluso, pretendía imponerse a la fuerza frente a otros oficiales de mayor rango. El último incidente que protagonizó ocurrió durante la captura del golpista Pedro Castillo.
Esa operación la dirigió el general Vicente Álvarez con un grupo de agentes, como se vio en la televisión cuando Castillo fue intervenido en plena vía pública. El golpista fue llevado a la sede policial de la avenida España para los procedimientos legales. En ese momento, apareció Colchado con sus agentes y a la fuerza pretendió llevárselo. Hubo una trifulca. El oficial tuvo que retirarse y esperar.
Por cierto, apenas lo dejaron entrar, pidió que lo fotografiaran con Castillo capturado y la foto apareció en tiempo real en todos los medios. ¿Cuál será el destino de Colchado? Nos vemos el otro martes.
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