Eduardo Arana, presidente del Consejo de Ministros. (Foto: PCM)
Eduardo Arana, presidente del Consejo de Ministros. (Foto: PCM)

Cuando era alumno de secundaria del colegio Salesiano Don Bosco del Callao, allá por 1982, el flamante premier se desempeñaba como brigadier escolar del aula Quinto B. Era mesurado y destacaba por su amplia disposición para dialogar y solucionar reclamos.

Por esa época, varios alumnos de su sección hicieron una ruidosa protesta por una sanción injusta impuesta por un profesor a uno de sus compañeros. Todos se negaban a ingresar al aula. Arana, luego de hablar con los involucrados, convenció al director para levantar la sanción. Todos quedaron felices.

A sus amigos no les sorprende que hoy haya llegado al puesto de primer ministro, pese a los serios cuestionamientos en su contra y que a la presidenta Dina Boluarte no le parecen relevantes.

“El ‘Chino’ siempre fue hábil para el diálogo. Pero sobre todo es superastuto e inteligente para hacerse de amigos importantes”, coinciden en afirmar varios de ellos. En efecto, antes de setiembre de 2023, cuando fue nombrado ministro de Justicia, Arana era un perfecto desconocido en la política y en los medios de comunicación. Era un personaje gris.

Sin embargo, ya se movía en la sombra en las altas esferas judiciales y políticas. Cual ‘hombre araña’, tejió toda una red de potentes contactos. Mantenía comunicación directa con César Hinostroza —el exvocal supremo jefe de la banda de ‘Los Cuellos Blancos del Puerto’, con quien intercambió ¡180 comunicaciones telefónicas!— y con la cúpula del también corrupto Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), encargado de nombrar y despedir a jueces y fiscales de todo el país.

Fue asesor de Javier Villa Stein, cuando dicho magistrado fue presidente de la Corte Suprema de Justicia. También asesoró a la hoy congresista Gladys Echaíz, quien en su momento llegó a ser fiscal de la Nación.

A Arana se le apareció la Virgencita para llegar a la cumbre del poder cuando fue designado titular de Justicia. Desde el primer día de su gestión, según cuentan fuentes palaciegas, su objetivo fue ganarse la confianza de la desubicada presidenta Dina Boluarte.

En poco tiempo, se convirtió en su principal consejero y operador silencioso, desplazando a Alberto Otárola y luego a Gustavo Adrianzén, quienes presidieron los gabinetes ministeriales. ¿Quieren pruebas? El año pasado, el expremier Otárola, en una entrevista con el periodista Beto Ortiz, declaró: “El ministro de Justicia Arana que no se haga el loco, que no silbe hacia el cielo. Yo creo que él es el premier en la sombra en este momento. Por supuesto, él es el premier en la sombra”.

Al otrora brigadier escolar no parece gustarle la prensa. Fue el autor y defensor acérrimo de la fallida ‘franja informativa’, que el Gobierno quería imponer a los medios para destacar sus supuestos logros en la lucha contra el crimen, que no los tiene. Tuvo que recular su iniciativa.

Si el Congreso lo ratifica como premier, a Arana habrá que dejarlo trabajar, quizás nos salve de un descalabro político por la ineptitud y vanidad de la mandataria que tenemos. Nos vemos el otro martes.

*Los artículos firmados y/o de opinión son de exclusiva responsabilidad de sus autores.

MÁS INFORMACIÓN:

Contenido sugerido

Contenido GEC