El jueves 25 de julio pasado, cuando el crepúsculo vespertino languidecía, un avión privado aterrizó en el aeropuerto Santa Teresa, Nuevo México (Estados Unidos). Unos treinta agentes de la DEA lo rodearon inmediatamente y esperaron a que descendiera Joaquín Guzmán López, ‘Chapito’, el hijo del narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, preso en Estados Unidos.
Era una entrega ya pactada. Pero los agentes casi se caen de espaldas cuando, junto con él, apareció Ismael ‘El Mayo’ Zambada, el más poderoso narcotraficante del mundo y por quien el gobierno estadounidense ofrecía una recompensa de ¡15 millones de dólares!
Es el golpe más certero que se le ha asestado al narcotráfico mundial en las últimas décadas, tan igual como la muerte del capo colombiano Pablo Escobar, ocurrida en diciembre de 1993.
Hasta hoy es un enigma cómo ‘El Mayo’ Zambada fue convencido y subido a la nave por su ahijado, ‘El Chapito’, para ser llevado al aeropuerto y entregado a las autoridades.
Es tan intrigante todo que el propio controvertido presidente mexicano, Manuel López Obrador, le ha pedido al gobierno de EE. UU. explicaciones de lo sucedido. Lo que es peor, el embajador norteamericano en México, Ken Salazar, ha respondido que ningún agente norteamericano participó en la operación.
“Quiero que lo entiendan muy claramente, no hubo recursos de los Estados Unidos en esa operación”, aseguró Salazar.
Los primeros indicios apuntan a que se trató de una traición del ‘Chapito’, a cambio de beneficios para él y su padre. El mismo Zambada, a través de su abogado, ha dicho que fue secuestrado y llevado contra su voluntad. En ese mundo sórdido del narcotráfico las traiciones son moneda corriente.
‘El Mayo’ Zambada, de 76 años de edad, fue el jefe de jefes de los sanguinarios narcos mexicanos. En 1990 fundo el Cártel de Sinaloa con su alumno, ‘El Chapo’ Guzmán. Era discreto, astuto y tenía un don de negociador. Todos los jefes acudían a él cuando entraban en conflicto.
Siempre tuvo un perfil bajo, a tal punto que casi no existían fotos de él. Pese a su largo historial criminal, es el único capo que jamás había pisado una prisión. La misma suerte no tuvo su hijo, Vicente Zambada, preso en una cárcel norteamericana desde el 2010.
En enero del año 2004, ‘El Mayo’ Zambada estuvo en Lima con ‘El Chapo’ Guzmán, según registran informes de inteligencia a los que este columnista tuvo acceso y publicó en 2016.
En aquella oportunidad, negoció la compra de doce toneladas de cocaína que fueron camufladas en la embarcación pesquera Grichi, que partió de Chimbote. Sin embargo, el cargamento fue detectado y decomisado en las islas Galápagos, luego de una operación de alto vuelo entre la Policía peruana y la DEA.
El día que compareció ante un juez estadounidense, ‘El Mayo’ Zambada fue llevado en una silla de ruedas. Mostraba un semblante débil y derrotado. Así acaban los mafiosos. Nos vemos el otro martes.
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