Alexander Vargas Rojas, un cabo que se unió al Ejército con la aspiración de servir a su país, encontró un destino fatal en lugar de cumplir su sueño. El domingo pasado, Vargas Rojas, que estaba de guardia en el cuartel militar Rafael Hoyos Rubio, en el distrito del Rímac, en Lima, fue descubierto muerto en la piscina del lugar.
La víctima había compartido con sus padres los abusos que sufría Su padre, Rolando Vargas, está desconsolado y sostiene firmemente que la muerte de su hijo de 20 años no fue un accidente. Según Rolando, Alexander sabía nadar desde que tenía cuatro años y había expresado en repetidas ocasiones que era objeto de maltrato por parte de sus superiores, incluyendo golpes con puños y palos.
Aunque el Ejército peruano no ha negado estas acusaciones de violencia, han anunciado que su sistema de Inspectoría llevará a cabo las investigaciones pertinentes y proporcionará todas las facilidades necesarias para las diligencias de la Policía y el Ministerio Público. Rolando Vargas demanda justicia para su hijo y espera que los culpables sean castigados por la trágica muerte de Alexander.
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