En los primeros meses de 2021, cuando el país todavía vivía los estragos de la pandemia del coronavirus, un feminicidio horrorizó a los peruanos por su extrema crueldad y perversión. Un mes después de haber sido reportada como desaparecida, el cuerpo cercenado de una mujer, identificada como Lucy Melgarejo Osorio (50), fue hallado por la Policía en el interior de una vivienda ubicada en el usualmente tranquilo pasaje Virú, en la urbanización La Castellana, en Surco. Las investigaciones revelarían detalles dignos de una película de terror.
Ese mismo día que hallaron los restos, el pasado 22 de abril de 2021, fue detenido el esposo de la víctima, Víctor Raúl Mauri Ibarra (53), quien no aceptaba que ella ya tenía una nueva relación amorosa.
Se habían casado hace 24 años y tenían dos hijos, pero con el tiempo su relación se deterioró y Lucy, profesora de profesión, pidió el divorcio. Raúl se lo negó e insistía en regresar.
Lucy había ya desaparecido un mes antes, pero su desaparición no fue denunciada sino hasta varios días después, pues el asesino, utilizando el celular de la víctima, seguía enviando mensajes a sus familiares afirmando que se encontraba bien. Hasta que sus hijos comenzaron a sospechar.
De acuerdo a las pesquisas y pericias técnico científico, el feminicidio ocurrió el 17 de marzo. Mauri lbarra planificó al detalle de su atroz crimen. Pidió a su hermano las llaves de la casa de sus padres ubicado en la urbanización La Castellana, en Surco. Ahí llevó con engaños a su expareja. Salieron de la vivienda que aún compartían juntos con el pretexto de que iban a realizar compras.
En el lugar sostuvieron una discusión y la mató. “Yo en un descuido la agarro del cuello por atrás y de allí a no me acuerdo, no sé si la he goleado, no sé como la tiré al piso”, fue lo que dijo inicialmente Mauri a los detectives de la División de Investigación de Homicidios el 22 de abril que se descubrió el asesinato de Lucy Melgarejo.
Esa tarde admitió su delito y contó con lujo de detalles la forma de como dio muerte a la madre de sus hijos pero horas después optó por guardar silencio en las investigaciones.
Al día siguiente del feminicidio, Víctor Mauri compró una congeladora y ahí ocultó el cadáver para que se conservara y no entrara en estado de descomposición y ello no alertara a los vecinos. En los siguientes días maquinaba como deshacerse del cuerpo del delito y decidió adquirir una amoladora eléctrica con la que después cercenó el cadáver.
“No sabía cómo hacerlo (cercenarlo) y lo hice poco a poco”, dijo la tarde de su detención.
Viendo un video de YouTube encontró la forma de desaparecer el cuerpo. Acudió a un centro ferretero, compró lejía, bolsas y una a una amoladora, con la que empezó a desmembrar el cuerpo, el cual arrojaba luego al desagüe
En los siguientes días sometió a los restos a un proceso de desintegración a su más mínima expresión, utilizando el fuego, para después colocarlos en bolsas y trasladarlo en su auto hasta un cuarto alquilado en el que vivía, cerca de la escena del crimen, y los botaba por el desagüe. La cabeza intentó cocinarla en una olla.
Este trabajo de deshacerse de los restos lo hizo en los largos 33 días. En el día trabajaba normal y en las noches pasaba por la casa de La Castellana para proseguir con su macabro hecho.
Los restos cercenados, entre ellos la cabeza, los mantenía guardados en la congeladora que celosamente la tenía forrada y cerrada con cadena y candado para que ningún familiar que llegara de visita pudiera descubrirlo.
Un informe psicológico forense mostraba que Mauri Ibarra violencia extrema, frialdad afectiva y ausencia de escrúpulos en su accionar, así como conductas de planificación y encubrimiento con el objetivo de eludir a la justicia.
El informe elaborado por los peritos de la Oficina Criminalística de la Dirincri, señala que Víctor Mauri, es calculador, desconfiado y dominante, orientando su conducta en función a sus necesidades e intereses. Además, proyecta baja autoestima, dependencia e impulsividad.
El documento describe que Mauri utilizó una amoladora o sierra de disco. Además, una congeladora para ocultar los restos de Lucy Melgarejo, en el interior de un inmueble en la urbanización La Castellana, en Surco.
Ante los peritos, Víctor Mauri intentó justificarse, pero sus esfuerzos fueron en vano.
Existe alta probabilidad que la causa de la muerte de Lucy Melgarejo haya sido por una lesión grave en el parietal izquierdo seguido de estrangulamiento, según el informe de antropología forense.
Contenido GEC