UNA TROME DE LA CONSTRUCCIÓN. Hace más de 25 años, los padres de Yadira iniciaron una pequeña ferretería en una zona de Lima Norte, que recién comenzaba a poblarse. Vendían lo esencial, clavos, esteras, para los recién llegados; y herramientas que trasladaban en un triciclo por un camino accidentado donde no había pistas. Y así como el distrito, el negocio fue tomando forma y, con el tiempo, se convirtió en un punto clave para el levantamiento de las primeras construcciones.
“Yo he crecido en el mundo ferretero, por eso fue sencillo entrar al negocio. Ayudaba a mis padres en lo que podía. Cargaba bolsas chicas de cemento, ladrillos, madera o acomodaba cosas. Veía en qué podía apoyar y lo hacía”, recuerda Yadira al otro lado del mostrador.
Hoy, atiende, coordina con proveedores, fideliza clientes y es pieza clave del crecimiento. “Lo mío son las ventas. Los proveedores ya me conocen y me quieren, ja, ja, ja”, afirma.
Junto a su hermano, a cargo de la administración, modernizó el negocio y mejoró la atención, aunque sus padres siguen tomando las decisiones más importantes.
La ferretería ofrece cemento, agregados, ladrillos, concretos premezclados, impermeabilizantes y aditivos, así como artículos de gasfitería, electricidad e iluminación.
Su fortaleza, además de la calidad de sus productos, está en la rapidez para resolver dudas y en el trato cercano que se mantiene desde la fundación.
“La clave para llevar un negocio familiar es saber en qué eres bueno, dedicarte a eso y aprender a delegar. Esa combinación nos ha funcionado a nosotros”, comenta.
El crecimiento también cuenta con un soporte importante. “Progresol nos ayuda muchísimo a fidelizar a los maestros de obra, porque mientras más compran, más puntos acumulan y pueden canjearlos por herramientas, electrodomésticos y otros premios sin necesidad de sorteos. Eso los anima a regresar y a seguir confiando en nosotros”, agrega Yadira.
Llevar un negocio familiar puede ser un reto cuando se mezclan emociones y decisiones económicas. Para mantener la armonía y evitar roces, aquí tienes cinco tips prácticos para organizarlo sin conflictos.
1. DEFINAN ROLES
Establecer quién hace qué evita roces innecesarios. Cada integrante debe asumir las tareas en las que destaca y respetar las funciones del otro.
2. SEPAREN ESCENARIOS
Ni la oficina ni las reuniones de trabajo son el lugar para ‘sacarse espinitas’ o recordar eventos que sucedieron en el hogar.
3. APRENDAN A DELEGAR
Confiar en las fortalezas del otro hace que el negocio avance y evita la sobrecarga. Delegar es sumar eficiencia.
4. COMUNÍQUENSE SIEMPRE
Reuniones breves, acuerdos claros y feedback honesto permiten resolver problemas rápido y evitar malentendidos.
5. DECISIONES EN GRUPO
Aunque existan jerarquías, las decisiones importantes deben tomarse escuchando a todos los miembros.
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