TROME DE LA CONSTRUCCIÓN. Antes de jugar o de pedir regalos, Karina (36) aprendió a trabajar. De pequeña ayudaba a su madre en cuanto negocio iniciaba y se formó con el concepto de que el esfuerzo trae recompensas.
Más grande, estudió Contabilidad, pero la idea de emprender nunca dejó de rondar su cabeza. No lo concretó hasta que su padre, en una conversación, le dio el empujón que necesitaba.
“Yo viajaba constantemente a Ayacucho por trabajo, hasta que un día mi padre me dijo que su sueño era tener una ferretería. Yo pensaba que ese era un trabajo solo para hombres, pero hice caso omiso y acepté el reto inaugurando mi tienda”, comenta la huancaína.
Lo primero que hizo fue acondicionar un pequeño espacio de su casa con muebles de segunda y unas cuantas bolsas de cemento y fierros. No tenía conocimientos del rubro, pero nunca lo vio como un impedimento para avanzar.
“Implementaba todo lo que me pedían los vecinos y siempre estaba presente en las capacitaciones”, indica Karina, quien reconoce que el apoyo de sus padres fue fundamental para sacar adelante su negocio.
A los cuatro meses, al observar que el público respaldaba su tienda, renunció a su trabajo en Ayacucho y se dedicó de lleno a la ferretería.
“Como no tenía personal, hacía de todo: cargaba desde bolsas de cemento, fierros, hasta ladrillos”, recuerda con asombro.
Con el paso del tiempo, fue contratando personal ante la alta demanda, entre ellos a su primo, de quien dice fue pieza esencial en el crecimiento de su local.
Poco después conoció a Progresol, la red de ferreterías más grande del país, que llegó para potenciar su negocio, el cual nació como un sueño y hoy ya es todo un éxito.
“Progresol nos entrega regalos para entregar a los maestros de obra, también incentivos que nos motivan y charlas para nuestros clientes”, señala la dueña, quien revela que la paciencia, los productos de calidad y la buena atención llevaron su marca a otro nivel, lo que la hace sentir orgullosa y convencida de que los límites no existen.
En un mercado competitivo, no basta con ofrecer calidad. Diferenciarse requiere estrategia y constancia. Aquí te mostramos cinco claves para lograrlo.
1. Atiende rápido y con amabilidad. Los clientes valoran cuando los atienden sin esperas y con buena disposición. Salúdalos, escúchalos y bríndales opciones.
2. Ofrece productos de marcas reconocidas por su resistencia o buen desempeño. Tenerlos en stock es una idea genial. Hace que te vean como una ferretería confiable.
3. Capacítate. Participar en capacitaciones, talleres o charlas que dictan algunos proveedores te mantiene actualizado y podrás asesorar mejor a tu público.
4. Adapta tus horarios. Ajusta las horas en que abres y cierras, sobre todo en temporada alta. Ser flexible te posiciona como un negocio que siempre está disponible.
5. Aplica encuestas. Preguntar a los clientes qué materiales o productos les gustaría encontrar o qué mejoras propondrían te ayudará a ajustar la oferta.
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