SE FUE ‘CHEVERENGUE’. Carlos Manrique Carreño, quien falleció hoy a los 88 años, fue uno de los personajes más emblemáticos de los años 90, no solo como fundador de CLAE y responsable de la mayor fraude financiera de la historia del Perú sino también por ese apodo que lo acompañó desde esos días gracias a la imitación que popularizó el cómico Arturo Álvarez cuando el empresario se encontraba prófugo por estafar a más de 200 mil ‘claeístas’. ¿Cómo pudo este cusqueño profesor de matemáticas de La Cantuta convertirse en la cabeza de una institución que llegó a manejar un ingreso de 200 millones de dólares al año?
A fines de los 50, Manrique y su mamá, Celia Carreño, abrieron en su casa una academia que ofrecía cursos de matemáticas y de música. Luego de unos años, el negocio evolucionó a un centro de asesoramiento de tesis.
En febrero de 1978, Carlos Manrique Carreño fundó el Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE), una empresa destinada a ofrecer servicios de asesoría, consultoría y administración de empresas. “Comenzamos con un escritorio prestado, no teníamos plata ni para comprar uno”, contó hace unos años en una entrevista con la BBC.
A inicios de los años 80 empezó a captar ahorros de la gente para supuestamente invertirlos en una red de empresas de CLAE y para que las presuntas ganancias le permitieran pagar intereses a los ahorristas.
O mejor dicho, a los ‘claeístas’, como se les llamaba a los clientes, de los que muchos eran empleados públicos jubilados y exoficiales de las Fuerzas Armadas que depositaron su liquidación o sus fondos de retiro en la empresa.
A veces, Manrique los atendía personalmente, a diferencia de los banqueros tradicionales, algo que la gente mayor valoraba.
CLAE llegó a pagar intereses variables de hasta un 13% mensual o de hasta 100% anual, detallan El Comercio y otros medios en reportes de 1993. A inicios de los 90, la empresa manejaba más de US$200 millones anuales en ahorros.
Antes de caer en desgracia y ser denunciado por estafa, Manrique se volvió un personaje conocido. Una vez apareció como entrevistado en ‘Gisela’, uno de los programas más sintonizados de la televisión peruana de los 90. Salió en algunas páginas de sociales; una asociación de turismo lo declaró dos veces “empresario del año”; la revista ‘Sucesos’ lo nombró “personaje del año” en 1991; y la revista ‘Interamericana de Derecho Aéreo y Turismo’ le dio un premio por su “destacada labor como empresario”.
Andaba con guardaespaldas y su matrimonio civil, en 1993, con Violeta Mori, una secretaria de CLAE, requirió la vigilancia de casi 30 policías y unos 50 agentes civiles.
En uno de sus interrogatorios declaró que ganaba unos US$15 000 mensuales como presidente de CLAE. Encabezó además el directorio de un banco peruano; viajó a una conferencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Hamburgo; y antes de que huyera del país, un partido llamado Movimiento Paz y Desarrollo lo propuso como candidato a la presidencia de Perú para las elecciones de 1995.
La ex primera dama Susana Higuchi decía “que si hubiera cuatro Carlos Manrique el Perú no tendría deuda externa”.
CLAE atraía dinero prometiendo “altos retornos” y ofreciendo intereses de entre el 80% y el 100% por los ahorros. Manrique Carreño logró mover hasta 640 millones de dólares sin rendir cuentas al Estado, estafando a más de 200,000 personas, con el denominado ‘esquema Ponzi’ o estafa piramidal.
En 1919, el italiano Carlo Ponzi comenzó a recibir dinero de gente en Boston para invertirlo en cupones de correspondencia internacional, con la promesa de que él los vendería más caros y de que pagaría a sus inversionistas una rentabilidad del 50% después de 45 días.
Pero no vendía nada y usaba el dinero de sus clientes nuevos para pagar los intereses de los más antiguos. Desde entonces, los estafadores replican la jugada en el mundo entero, en un esquema bastante conocido. Captan dinero del público para supuestamente invertirlo en una actividad económica—cualquiera—, pero nunca lo invierten y solo usan los recursos que van llegando para entregar las utilidades prometidas a los primeros clientes.
Luego de un cambio en el marco legal, en 1992 la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) decidió formalizar a la institución, pero Manrique Carreño no pudo demostrar el estado real de las finanzas de su entidad ni cumplir con los requisitos exigidos.
El Estado intervino CLAE y ordenó su disolución el 16 de mayo de 1994, recuperando aproximadamente 36 millones de dólares, que encontraron en efectivo en sus inmuebles.
Posteriormente, Carlos Manrique huyó a los Estados Unidos, pero fue detenido en Miami ese mismo año y condenado a ocho años por estafa y delitos financieros. En 1995, fue extraditado a Perú y salió en libertad en 2001.
Manrique volvió a prisión entre 2008 y 2011 por el mismo delito, y permaneció en libertad hasta su fallecimiento en junio de 2024. En 2017, se creó la Comisión Liquidadora del CLAE, que tenía como límite entregar 500 soles a los afectados.
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