
Dicen que por los hijos una es capaz de todo, y Rosa Ramírez (37) es el vivo ejemplo. Por su pequeño de apenas dos años, se amarró bien las zapatillas y tomó la posta del quiosco que su madre había instalado en la puerta de su casa, en Cañete, transformándolo en el moderno minimarket Roseli.
“Hace exactamente cuatro años regresé a vivir a Cañete y con todos mis ahorros amplié la tiendita de mi mamá. Ella es mi socia y mi ángel. Juntas hemos trabajado para que sea un gran minimarket”, cuenta Rosa, administradora de profesión.
Gracias a su formación y a sus colegas de la Asociación de Bodegueros del Perú, ha podido desenvolverse en temas como contabilidad, trato con proveedores, manejo de inventarios y la mejora constante en la atención al cliente.
El minimarket Roseli abre todos los días, de lunes a domingo, desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche. Además de los productos clásicos —abarrotes, artículos embolsados, congelados y bebidas—, Rosa habilitó un espacio para pagos de servicios, copias, impresiones y escaneos.
“Cuando llegué a Cañete, me di cuenta de que no había bodegas que ofrecían pagos de servicios ni impresiones. Eso fue lo primero que implementé. Era una necesidad evidente, porque estamos cerca de los colegios”, explica.
Entrar a las redes sociales fue otro reto. Como muchos emprendedores, Rosa tuvo que aprender a la fuerza para promocionar su negocio y atraer a más clientes. “Me costó soltarme frente a la cámara, pero ahora creo que ya lo domino”, se ríe.

A pesar de su energía y perseverancia, el camino no ha sido fácil. En 2024, enfrentó a la inseguridad ciudadana, se separó del padre de su hijo y vivió la operación al corazón del pequeño, que entonces tenía solo un año. Pero jamás pensó en rendirse. Al contrario: eso la hizo más fuerte.
“Soy la prueba de que las mamás solteras podemos mover montañas por nuestros hijos. Estoy muy agradecida con mi minimarket, porque me permite criarlo con amor y estar siempre cerca de él”, afirma con orgullo.










