¿Quién es El buen librero? La historia empieza en 2013. En ese año, Gianfranco Hereña Rodríguez tenía una deuda. Entonces era estudiante de Comunicaciones en la Universidad de Lima. En el taller de Literatura del poeta Jorge Eslava había sufrido una humillación que jamás olvidaría. Sus compañeros le hicieron una crítica a su cuento más logrado: “parece un sketch de Risas y Salsa”, dijeron. Y se fueron riendo.
Frente al herido estudiante se paró Ernesto, otro asistente del curso. Le preguntó qué libros estaba leyendo. Gianfranco respondió: los de Jaime Bayly, Fernando Ampuero, Alonso Cueto. No estaba mal, le dijo Ernesto. Pero hay más, agregó.
PUEDES LEER: Walter Riso: “Estoy orgulloso de escribir autoayuda y al que no le gusta que no me lea”
Entonces, como Virgilio en La Divina Comedia, lo guio por los círculos del infierno. En realidad, lo llevó a conocer los jirones Quilca y Amazonas, que son lo opuesto al infierno para quienes amamos los libros y los tragos.
Allí le presentaron a Flaubert, Camus, Hemingway, por mencionar algunos. “Entre tragos, los libreros recomendaban más autores, más libros. Quedé impresionado”, dice Gianfranco con los ojos de fascinación, como si ahora mismo estuviera ahí por primera vez.
Al poco tiempo Ernesto murió en un accidente. Gianfranco nunca pudo agradecerle ese maravilloso gesto que tuvo con él, de mostrarle un mundo que desconocía: las librerías de viejo de Quilca y Amazonas, en donde descubriría a los que hoy son sus escritores de cabecera.
En su memoria, entonces, y para saldar la deuda, fundó El Buen Librero, el 13 de febrero de 2013. El objetivo era charlar de libros en un tono menos formal. Más de ‘librero de Quilca’ y menos de los académicos que no salen de su burbuja. Siempre con una consigna, abordar únicamente libros de su gusto, de sus autores favoritos.
¿El proyecto ha funcionado? Sí: tiene más de 377 mil seguidores en Facebook, 37 mil en Instagram, 7 mil sunoscriptores en YouTube y 11 mil seguidores en TikTok, plataforma a la que recientemente ha entrado.
TE VA A INTERESAR | Linda Lecca: ‘En la Pandemia vendía naranjas para pagar mi departamento’
Mantener un medio multiplataforma cultural, dice, es un reto triple. Pero el hecho de que sus podcast se escuchen en Argentina, por ejemplo, le da la satisfacción y la motivación para seguir creando contenidos entretenidos, útiles y necesarios. Ya no es una plataforma para público nacional, sino internacional. Cree que así su deuda con Ernesto ha quedado honrada.
¿El poeta Jorge Eslava fue tu profesor?
Sí, él me enseñó en tercer ciclo de la universidad. La clase era de expresión escrita.
Tremendo profe…
No sabía quién era. No lo había leído jamás. Yo entré a la Universidad de Lima para estudiar Márketing. Y ya estando en Márketing, obligado un poco por mis padres, me cambié de carrera. Porque quería hacer algo relacionado a literatura, a periodismo…
¿Cuando te cambiaste a Comunicaciones tu papá te dijo que te ibas a morir de hambre? ¡Un clásico!
Sí. Y te meten mucho miedo. Tenía 16 años cuando decidí estudiar algo relacionado a Letras. Me metieron mucho miedo. Entré por presión a Márketing. Era una facultad que recién se estaba inaugurando y me fue muy mal.
De hecho, lo que pasa es que me cambio de carrera a hurtadillas de mis padres. No les digo absolutamente nada. Cuando cumplí 18 años pagué mi plata y me cambié. Un fin de año, borrachísimo, les confesé que me había cambiado de carrera y ya sabes la que se armó. Mi papá me lanzó un dominical a la cara y me pidió que busque chamba. En ese trajín es que conozco a Jorge Eslava. Él tenía sus años en la universidad. Me anima a escribir. Conozco su didáctica. Cómo enseña y aborda la literatura, totalmente distinto a como lo había conocido en el colegio.
¿Cuál era la didáctica de Jorge Eslava?
La diferencia principal era que Jorge hacía educación literaria, los demás solo enseñaban literatura, que quiere decir memorizarte unas cuantas cantidades de nombres, de puñados de fragmentos de obras para responder un examen de admisión.
Hacer educación literaria es reflexionar en torno a la obra y que te abra el panorama para llegar a más cosas. Más allá de eso, me enseñó que era capaz de escribir y de contar historias. Y que tenía talento para eso.
De hecho, me dijo que participe en los juegos florales (de la universidad). Y yo me lancé a la piscina con los tiburones. Yo en el colegio tenía antecedentes. Escribía cuentos, poemas, declamaba, hacía artículos de opinión. Y gané todo en los últimos cinco años de colegio. Era soberbio en la universidad, pensando que ganaría todo. Pero es otro mundo, otra didáctica. Tuve una mención honrosa.
EL BUEN LIBRERO Y SUS PRIMERO LIBROS
¿Desde qué edad lees?
Desde que mi abuelo me empezó a contar historias. Me los contaba desde muy chiquito y era capaz de teatralizarlas. Se tiraba al piso, hacía sonidos y era muy dinámico.
¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído?
Por cuenta propia, leí Paco Yunque y El Tungsteno, El hipocampo de oro, Las tradiciones peruanas de Ricardo Palma.
El primer libro siempre lo marca a fuego a uno…
Ya mi abuelo había hecho un trabajo de base. Él tenía el tiempo; mis padres no, no estaban en casa. Él hacía las tareas conmigo a veces. Era como tener un profesor en casa. Lo que me contaba, lo iba asimilando. Mi abuelo me hablaba muchísimo de Historia.
¿Leías y escribías?
Hacía el intento de escribir. Era muy mentiroso. Y ya sabemos que la ficción parte de eso, de la mentira.
LA CANTERA DE JORGE ESLAVA
Regresando a Jorge eslava, ¿su metodología te deslumbró?
Me hizo saber que en algún momento de mi vida quería ser profesor. No se lo dije en ese momento. Me llevó a su taller de Narrativa, me invitó. Fui. Estaba en el sótano, escondido. Todos los incomprendidos de la universidad íbamos ahí.
¿Algún nombre conocido?
Llegué y me encuentro en la primera sesión a la escritora María José Caro, Angie Arce, César Nieri… Estaban todos los grandes. Yo tenía 19 años, era flaquísimo, tenía un afro, me sentía orillado hacia otro lado. Me acuerdo clarísimo que Jorge me dijo que presente mi cuento. Presenté el cuento y el peor insulto que pudieron hacerme fue que todos se pararon y se fueron. Por ahí escuché que mi cuento parecía un sketch de Risas y Salsas. Pucha, me tiraron todo para abajo.
PUEDES LEER: La primera doctora trans de Argentina es peruana y quiere ser embajadora
Entonces, me acuerdo de que había un chico que venía de San Marcos y tenía formación en la universidad. Se llamaba Ernesto. ‘No te preocupes, no les hagas caso’, me dijo. ‘Lo primero que debes hacer es leer’. Y me dijo: ‘Este sábado vamos a Quilca’.
‘El bulevar de la cultura’, que hoy se ha convertido en cochera…
Eso te da una visión de la prioridad que tiene la cultura en nuestro país. Entonces, conozco a los libreros de Quilca. Él fue como Virgilio, guiándome por todo el infierno y las calles aledañas. El Queirolo del Centro, también Amazonas.
¿Cómo fue ese descubrimiento?
Fue maravilloso. Él los conocía y nos quedamos conversando toda la noche. Ellos entre borracheras, te iban dando referencias… Y para mí fue una cachetada. Me cambió todo el panorama. Sábado tras sábado íbamos a Quilca. Hasta que Ernesto tuvo un accidente y falleció. Me quedó la espina clavada, que tenía una deuda con él.
En ese tránsito no escribía nada, y escribí cuando él murió. Ya los textos eran mejores. La base de lectura era más grande. Había una deuda grande. Y esa deuda era hacer algo con lo que él me dejó, y esa deuda era El Buen Librero.
¿Entonces fue a manera de homenaje?
Sí. Te hablo del 2013. Paso dos o tres años en el taller de Eslava. En el cuarto año, dos cosas se interceptan, la primera era mis prácticas profesionales. Por otro lado, se cruza que en algún momento le digo a Jorge que quería enseñar, que quería hacer lo que él hace. Él me escuchó. A inicios de 2013 me dice que hay una vacante en el colegio Pio XII para que sea profesor ahí. Entonces ejercí el periodismo y la docencia.
¿Estaban de moda los blogs?
Los blogs venían de caída. Facebook modifica el panorama. Creé blog, Facebook e Instagram. A Instagram nadie lo conocía en ese momento, era una red social de fotógrafos. Me dije, vamos a darle duro a YouTube también.
Entonces, en 2013 nace El Buen Librero…
El Buen Librero se funda el 13 de febrero de 2013, sin enamorada, como es evidente. Y con el afán de querer compartir mi bitácora de lectura.
PUEDES LEER: Estuvo como cobrador de combi y peló pollos, pero hoy es uno de los mejores tatuadores del país
EL BUEN LIBRERO, DE BLOG A MEDIO MULTIPLATAFORMA
¿Cuál era la idea inicial del blog?
Que no solo se limitara a ser un blog, que cada plataforma tuviera un lenguaje propio. Ahora, la universidad me dio conocimientos básicos y me interesó mucho la redacción digital.
Mucha gente de mi propio taller me decía que iba a fracasar, que iba a ser uno más. El primer mes excedí por largo la cantidad de visitas que tenía proyectado, luego más visitas y más visitas. Al cuarto mes me llama una editorial independiente y empiezan a llegarme libros.
¿Qué enganchó de tu propuesta?
Yo daba una voz personal. Trataba de alejarme de lo académico. Mas bien centrarme en ser como ese tipo que te recomienda un libro como estos libreros (de Quilca o Amazonas). Hablaban conmigo como si fueran patas. Traté de utilizar eso mismo. El ambiente y círculo intelectual es muy mezquino con este tipo de cosas.
¿Cómo ha sido migrar a TikTok, que muchos lo ven como algo banal e incluso estúpido?
Es que lo es. Es hackear el sistema. ¿Quieres hacer una gran revolución?, háblale en el idioma de la revolución y hazla desde adentro. No te quedes en lo superficial, que ese TikTok te lleve a algo más.
¿Haces recomendaciones sobre literatura juvenil?
No, no, no. Mi premisa sigue siendo recomendar literatura de ficción. La literatura juvenil no es mi fuerte y no es porque sea un prejuicio, pero es lo que a mí me gusta leer. Hablando de literatura juvenil, que no va tanto conmigo, sería mentirle y hacer el disfuerzo por tratar de acercarme a un público más joven con el que no creo pudiera empatizar.
¿Crees que hay mucha distancia entre el profesor y el alumno?
Yo estudié la maestría en Docencia en la Universitaria Católica. enseñé en colegio, también en instituto. Me di cuenta de que podía saber mucho pero no transmitirlo, y ese es un grave problema y es lo que ocurre con muchos docentes en este país, que son excesivamente académicos y que así quieren llegar a los jóvenes.
Hacer docencia también es hacer un poco de redes sociales. Tienes que estudiar al público que te diriges. Y al estudiarlo sabes en qué lenguaje hablarle. No todo público es igual.
Muchos empezamos a odiar las matemáticas o la literatura por profesores que no supieron enseñarnos bien…
Totalmente de acuerdo. Esta mirada academicista genera eso. Qué hacemos enseñando La Divina Comedia si no les hablamos a los alumnos que es el crossover más grande de la historia. Si no lo enfocas desde ese lado se van a meter una aburrida monumental. Y si además los dejamos solos, la aburrida va a ser tres veces más monumental. ¿Dónde está el docente que lee contigo, que habla del libro desde su propia experiencia? Parece que hay una distancia.
CLASES DE LITERATURA Y MEMES COMO TRABAJOS
¿Recomiendas libros al paso?
Una lectura mal recetada puede ser como un medicamento que te cae mal, te puede matar. En este caso, te mata las ganas de leer para siempre. Siempre me preguntan, me piden recomendaciones. Me dicen que a su hija de ocho años le gusta leer. La lectura no tiene por qué ser por edades, se basa por experiencia. Una niña de ocho años que ha leído a Julio Verne va a tener mucha más experiencia que una niña que ha leído libros para colorear. No será lo mismo. Tengo mucho cuidado a la hora de recomendar.
PUEDES LEER: ‘Cachuca’ lo cuenta todo: “Con Triciclo Perú me compré siete Ticos” | ENTREVISTA
¿Qué libros están leyendo tus alumnos?
Los jefes y los cachorros, de Vargas llosa. En Quinto hemos leído Siddartha (Hermann Hesse), porque Quinto año de Secundaria es una edad de cambios. Trato de tener esa visión de compaginar.
Los chicos se engancharon muchísimo, no al 100%, porque el aprendizaje es diverso. Pero este año han sentido un mayor ‘feeling’ a la lectura. No hay una prueba memorística, sino, por ejemplo, hacer un meme a propósito del capítulo o que hagan un final alternativo. Hay un ejercicio de imaginación.
Un académico te echaría gasolina por utilizar memes para explicar la literatura clásica…
Pero, justamente, son esos académicos que, por años, han destruido las ganas de leer de la gente y siguen manteniendo esta brecha generacional. Lo único que hacen es que las personas que no leen, sientan que no leen porque son brutos, porque no entienden o porque no les gusta. Pero es porque no han descubierto su libro favorito desde otro ángulo.
En el colegio donde enseñas hay una bonita biblioteca, con muchos libros, pero no es la realidad en mayor parte del país, ¿Qué hacer en esos casos?
En esos casos, bueno, básicamente, trabajar con los docentes. No me gusta meter a todos en el mismo saco, pero siento que, si el docente de Comunicación no es el primer lector, nadie lo va a ser. Son pocos los docentes de Comunicación que, debido a la carga académica, a la excesiva carga burocrática, se dan el tiempo de leer libros.
Por otro lado, no solamente queremos libros que apunten a valores. Queremos libros que aporten al juicio crítico. Lo que ocurre para una serie de personas, piensan que una biblioteca es un repositorio de libros de donaciones y que el colegio no tiene que invertir. El colegio tiene que invertir y para eso debe tener curadores de libros o gente que sepa de libros para saber qué libros comprar.
Me ha tocado ir a colegios donde hay libros hasta piratas, y nadie se fijó si el libro era pirata. Muchos dicen por qué un libro debe costar más de 25 soles, si pirata lo consigo a 5, pero anda a ver ese libro de 5 soles, con las hojas que se salen, incompletos.
En Argentina hay una ley nacional del libro que hace que cada autor que publica en el país vaya a cada biblioteca pública, y las bibliotecas allá funcionan. Las bibliotecas aquí en Perú recién están empezando a tener un atisbo de querer funcionar.
¿Hay bibliotecas públicas en Perú?
La de Barranco, San Isidro y Miraflores. Los tres distritos pudientes que además aglutinan la mayor cantidad de librerías y de centros culturales. Me encantaría que fuese una visión más descentralizada porque pareciese que el libro no está insertado dentro de la canasta básica de los peruanos, debería ser así. Un libro, más allá de ser un objeto de consumo único, es un consumo que puede ser periódico, que pasa de generación en generación. Tú no te puedes comprar un libro como quien se compra un polo o como quien compra un objeto más para decorar su fondo de Zoom.
Si pongo una librería en Villa María del Triunfo, ¿fracasaría?
Yo creo que no. Creo que a la gente no se le ha enseñado, o sea, no hay una educación de poder ir a las librerías y saber que puede haber un libro para ti. ¿Cómo saberlo si jamás lo averiguas? ¿Cuáles son las librerías que hay allá? Las librerías de centro comercial. Y no encuentras más, hay un Crisol, un Íbero. Pero es más de lo mismo. No tengo nada en contra de las librerías de cadena, son librerías de consumo masivo, son librerías estilo supermercado, es un negocio, funciona bien, pero la libertad de encontrar variedad está en las librerías independientes y están concentradas en distritos muy pequeños.
¿Qué esperas de tus alumnos cuando terminen el colegio?
Que sean chicos y chicas que no solamente se conformen con el discurso oficial, sino que sepan que estos discursos oficiales son criticables. No en el sentido de que “vamos a destruir el mundo, vamos a quemar llantas y hagamos una revolución”, no. De que sean capaces de entender que toda base es rebatible y que todo argumento bien construido es la base para poder generar una opinión propia. No la opinión que te dan.
EL BUEN LIBRERO, PRESENTE Y FUTURO
¿Cómo definirías El Buen Librero?
Como un proyecto que nace, crece y se reproduce todos los días en base a mis propias preferencias de lecturas y que me ha dado muchísimas satisfacciones, más de lo que yo creería.
¿Ganas dinero con El Buen Librero?
Es mínimo, se da, pero cuando uno se mete al rubro cultura, tiene que saber que vas a monetizar tres veces menos que cualquier tipo de canal. Un canal de deporte te factura tres veces más que cultura. Quienes sobrevivimos nos sacamos la ‘michi’ tres veces más. Somos revolucionarios de lo digital y cultural.
¿Un muchacho que sabe de libros se le puede hacer más fácil conquistar a una persona?
Yo siempre aconsejo a mis alumnos: “No caigas en tanto floro, sé directo, expresa tus sentimientos con respeto”. Tampoco vas a ir a invadir a una persona porque has leído 300 mil libros. Solía ocurrirme, yo he sido tímido, excesivamente tímido. Tengo más batallas perdidas que ganadas, pero la literatura me ha ayudado a sobrellevar un poco eso también, porque uno se siente menos perdedor cuando lees a otros perdedores, entre perdedores te entiendes mejor.
Si un papá o una mamá te dice que su hijo no quiere leer, ¿qué le responderías?
No lo obligue, pregúntele primero qué le gusta y a partir de ese diálogo hágale saber que los libros no son enemigos, que está bien si es que no quiere leer, porque se pueden leer muchas cosas. Se puede leer una canción, se puede leer una buena película, un partido de fútbol. Y se puede leer la vida en general. No es que a la gente no le guste leer, es que no ha descubierto su libro favorito.
¿Qué genera un buen libro en una persona?
Cambio. No ves la vida igual. Te empiezas a conocer.
TE PUEDE INTERESAR:
- Mamá de Melissa pierde los papeles y explota contra Magaly: “¡Sádica, psicópata, satánica! no te metas con los míos”
- Comerciante de Gamarra insulta en vivo a ‘Checho’ Ibarra: “Hijo de ...”
- Defensa de Castillo muestra sugerente baile de stripper Ricardo Milos en plena audiencia - VIDEO
- “Aislamiento global”: la criticada respuesta de Alessia Rovegno sobre el ciberbullying en el Miss Perú
- Las revelaciones de Florentino Pérez sobre el “no” de Kylian Mbappé a Real Madrid