El Salvador se precia de tener la cárcel más grande de América Latina, con capacidad para 40 mil internos, todos ellos integrantes de las organizaciones criminales Mara Salvatrucha y Barrio 18, que asolaron durante décadas ese empobrecido país hasta la llegada del presidente Nayib Bukele.
Por lo pronto alberga a más de 12 mil delincuentes, todos identificados fácilmente por sus innumerables tatuajes y el pelo rapado. El megapenal se llama oficialmente Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) y fue inaugurado por Bukele el 31 de enero de 2023.
Para los analistas, se ha convertido en un símbolo de su ‘guerra contra las pandillas’ y de la política de seguridad que le ha dado una popularidad sin precedentes a nivel nacional e internacional. Esto va de la mano de la drástica reducción de homicidios en los dos últimos años en un país considerado antes como el más violento del mundo.
De acuerdo a las autoridades, a ese lugar son llevados los ‘perfilados como altos rangos’ de la Mara Salvatrucha (o MS-13) y las dos facciones del Barrio 18, pandillas rivales que fueron aumentando su poder durante décadas con el reclutamiento de jóvenes y el control de territorios, y sembraron terror, división y muerte en la nación centroamericana.
Todos ellos son confinados en 256 celdas, cada una de las cuales está formada por tes paredes de cemento y barrotes. el techo es una malla con rombos muy filudos para evitar que los presos se trepen por allí. La cama es una pancha de metal sin colchón, cobija o almohada. Solo tiene dos retretes sin puerta.
Para lavar su ropa, los presos usan dos grifos de agua controlados desde afuera.
En las celdas comunes, la luz natural proviene de los tragaluces, las celosías y los techos curvos de los pabellones, que son también la única fuente de ventilación en un país en el que la temperatura puede superar los 30 grados centígrados, con una humedad relativa del 60%.
El ministro de Obras Públicas, Edgar Romeo Rodríguez Herrera, reveló que en el Cecot “no se han construido patios o áreas de recreación para los reos”. Está hecho para que los reos pasen la mayor parte del tiempo encerrados.
Las familias de los internos piden que se les mejore su alimentación y les den medicinas. Pero el gobierno contestó: “primero le daremos a los niños, a las madres embarazadas, a los ancianos, a los lisiados, a los pobres y si sobra, le daremos a los presos’.
El complejo es vigilado por 1.000 custodios y 250 efectivos de la Policía Nacional Civil.
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