DE RIPLEY. Una influencer se hizo millonaria con la idea de vender sus propios gases pero ahora está pasándola mal ya que tuvo que ser internada de emergencia por una presión intensa en su estómago, probablemente provocada por exceso de flatulencias. La historia de Stephanie Matto no ha demorado en volverse viral en Instagram y te la contamos a continuación.
MÁS VIRALES: Madre periodista “informa” sobre el berrinche de su hijo recordando su faceta como reportera
¿Qué pasó con Stephanie Matto, la millonaria que vendía gases y que fue hospitalizada?
Stephanie Matto fue internada tras presentar unos síntomas muy parecidos a los de un ataque cardíaco ya que presentó fuertes dolores puzantes en el pecho. Al ser atendida por los especialistas, le realizaron exámenes de sangre y un electrocardiograma.
Grande fue la sorpresa de los médicos al descartar un ataque al corazón y determinar que su estado se debía a un exceso de gases, generado por su dieta de frejoles, huevos y licuados de plátano con protenía, ingredientes que le provocaban más gases para poder venderlos posteriormente.
MIRA: El reto viral de TikTok con pruebas antígenas de Covid-19 que resultan positivas al exponerlas al agua: ¿Cuál es la verdad?
Matto, alarmada por sus síntomas, comentó que tuvo una época desgastante en su ‘negocio’ ya que comenzó a vender los frascos con sus gases en noviembre de 2021 a mil dólares cada uno, pero por la fuerte demanda, comenzó a producir hasta unas 50 botellas por semana.
En redes sociales, diferentes usuarios se solidarizaron con ella y le enviaron positivos mensajes. Además, le recomendaron dejar dicho negocio para no comprometer su estado de salud al forzar la ejecución de flatulencias en su cuerpo.
¿Quién es Stephanie Matto?
La influencer Stephanie Matto aumentó su fama a raíz de concursar en el reality australiano 90 Day Fiancé, en el que tenía tres meses para casarse con su prometida Erika Owens si quería permanecer en los Estados Unidos.
Ahora, la joven, oriunda de la República Checa, ha saltado a la palestra nuevamente por el negocio escatológico que acaba de poner en marcha: vender sus propias flatulencias en tarros de cristal.