Esta verdura se cultiva con gran facilidad y crece durante los meses más fríos, supera a cualquier otra en la mayoría de minerales y vitaminas. El potencial preventivo y terapéutico de la espinaca es extraordinario. Su consumo habitual ayuda a prevenir ciertas enfermedades.
Es una planta herbácea cuyas hojas, verdes y dispuestas en roseta, se consumen tanto crudas como cocinadas. Las hojas tienen forma ovalada y aspecto rugoso, pudiendo ser enteras o dentadas. Es muy nutritiva, sabrosa y fácil de digerir. Los árabes la consideraban la reina de las verduras. Al igual que la mayoría de las hortalizas de hoja, presentan una gran cantidad de agua y muy bajo porcentaje de proteínas, hidratos de carbono y lípidos. Se distingue por su elevada riqueza nutricional, ya que por su contenido en vitaminas y minerales supera al resto de verduras.
Es una fuente excelente de vitaminas K, A, C y ácido fólico. También es rica en manganeso, magnesio, hierro y vitamina B2. La vitamina K es importante para la salud de los huesos y es difícil encontrar vegetales con más vitamina K que la espinaca.
Las espinacas son buenísimas en dietas para adelgazar ya que producen saciedad y sólo aportan 16 calorías por cada 100 gramos. Son alimentos anticancerígenos más destacados, propiedad atribuida a la importante cantidad de betacarotenos que posee, ya que frena la acción de los radicales libres sobre las células.
Es muy recomendable su consumo durante el embarazo, pues el zinc interviene en la formación de los huesos, y el ácido fólico previene defectos en la columna vertebral, malformaciones en el feto, tales como espina bífida y labio leporino.
Favorece el funcionamiento del sistema inmunológico, así como el control de la diabetes pues contiene un antioxidante conocido como ácido alfalipoico, que aumenta la sensibilidad a la insulina.
Su antioxidante conocido como alfa-lipoico aumenta la sensibilidad a la insulina y evita los cambios inducidos por el estrés oxidativo en pacientes con diabetes.
Es importante recalcar la propiedad antitumoral de la espinaca. Su ingesta ayuda a prevenir el cáncer, a inhibir el crecimiento tumoral y a destruir las células cancerosas. Concretamente, el cáncer de hígado y vesícula biliar, de colon, de mama, de próstata y especialmente de pulmón gracias a diversos nutrientes como los betacarotenos. La luteína protege contra el cáncer de colon, los carotenoides contra el cáncer de mama y de próstata.
El riesgo por desarrollar asma es más bajo en las personas que consumen una gran cantidad de ciertos nutrientes; uno de ellos es el betacaroteno, que se encuentra en las espinacas. También podemos encontrarlo en los albaricoques, el brócoli, el melón o las zanahorias.
Debido a su alto contenido en potasio, la espinaca es recomendable para todas aquellas personas con presión arterial para bloquear los efectos del sodio en el cuerpo. Una ingesta baja de potasio puede ser tan grave, de cara a la presión arterial, como un alto consumo de sodio.
Gracias a las vitaminas como el ácido fólico reducen los niveles de homocisteína en sangre, reduciendo así el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares y cerebrovasculares como la aterosclerosis, infartos o ictus.
Es conocido el papel de la espinaca para unos huesos fuertes gracias a su riqueza en vitamina K y otros minerales como el magnesio o el zinc, que permiten la calcificación de los huesos.
Esta verdura contiene un alto contenido de fibra y agua, lo cual ayuda a prevenir el estreñimiento y promueve un tracto digestivo saludable. Este alimento sano y ligero debería ser un aliado cercano de todas aquellas personas que tienen tránsito intestinal lento, tan común en nuestros días debido al estrés o los malos hábitos alimenticios.
La vitamina A también es clave para el crecimiento de todos los tejidos corporales, incluyendo la piel y el cabello. Y es que las espinacas son imprescindibles para la construcción y el mantenimiento de colágeno, que proporciona estructura a la piel y el cabello. Tener falta de hierro también es una causa común de pérdida de cabello, pero podemos prevenirlo mediante una ingesta adecuada de alimentos ricos en hierro, como, claro está, las espinacas.
Contiene un porcentaje de hierro mucho mayor al que podemos encontrar en la carne, además de contener vitamina C, que ayuda a que se absorba mejor, lo que se traduce en un mayor nivel de energía, reduciendo el riesgo de padecer de anemia.
Su potente acción antioxidante permite reducir el efecto negativo que ejercen los radicales libres sobre las células del cuerpo, ayudando a preservar la juventud y el buen funcionamiento del organismo.
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