Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una chuletita con arroz, papas fritas y ensalada de lechuga. Para tomar, pidió una jarrita de chicha morada. “María, desde hace muchos años la avenida Wilson y sus alrededores se ha convertido en un mercado de venta ilegal de de millones de peruanos. La información es comercializada vía USB o CD-ROM.

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Por solo 50 o 100 soles sabes la vida y señales de cualquier persona, empresario o trabajador. Allí, entre tiendas de emprendedores legales y honestos, podemos hallar a delincuentes que ofrecen información bancaria, de empresas, celulares, de Gobierno y de instituciones públicas y otras privadas. Se trata de un grave delito contra el derecho a la intimidad y la información personal de los ciudadanos. La Policía ya debería actuar y desbaratar este mercado negro que afecta la intimidad y seguridad de la ciudadanía en general.

Gracias a estas mafias, los delincuentes pueden planear el secuestro o la extorsión de empresarios, comerciantes o funcionarios de alto nivel. La data también les sirve para que empresas o call centers llamen a cada rato a los usuarios de celulares para venderles tarjetas de crédito, celulares, planes de teléfono, membresías de clubes o cualquier cosa, sin que se lo hayamos pedido. Según la Asociación de Bancos (Asbanc), la comercialización de esta información “pone en riesgo el desarrollo de transacciones seguras”.

Es verdad, las mafias de ciberdelincuentes aprovechan la data para tramitar tarjetas de crédito a nombre de personas que no saben nada de esto a fin de pedir luego préstamos o hacer compras millonarias. También pueden clonar la identidad y retirar grandes sumas de dinero de las cuentas bancarias de las víctimas. Por eso la Policía debe actuar cuanto antes y los legisladores prever estos nuevos delitos y castigarlos con más severidad.

Los bancos y las entidades públicas que manejan datos de los peruanos, como Reniec, Sunarp, Sunat o EsSalud desarrollen programas que eviten la fuga de datos hacia las organizaciones criminales. Nosotros, los usuarios, también debemos hacer nuestra parte, como, por ejemplo, no entregar todos los pormenores de nuestra vida en redes sociales.

Nuestros viajes al extranjero, nuestras propiedades, joyas o carros lujosos. En esta vida hay que ser más discretos, pues la delincuencia ha crecido en forma alarmante, sobre todo por las leyes benignas hacia los maleantes. Estos se ríen y pueden salir a la calle tras cumplir una parte de su pena gracias a los ‘beneficios penitenciarios’. No les demos ‘carne’ a estos malditos. Y, como peruanos, exijamos más seguridad al Gobierno y al Congreso.

Qué es eso de comprar un carro lujoso para el presidente de EsSalud o regalar billeteras finas por el Día de la Madre en el Parlamento. Inviertan en más patrulleros, drones y armas para eliminar de la faz de la Tierra a los criminales”. Buenas palabras. Me voy, cuídense.

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