El Chato Matta te explica por qué un hombre jamás debe perdonar una infidelidad. Foto: Difusión
El Chato Matta te explica por qué un hombre jamás debe perdonar una infidelidad. Foto: Difusión

El Chato Matta llegó con hambre al restaurante y se pidió un corderito al palo bañado en cerveza con papitas doradas y ajicito molido. “María, te cuento que el viernes estuve en el sauna privado con el gran Pancholón, quien a más de 50 grados en medio de eucalipto, manzanilla, hierba luisa y cascaritas de naranja, se confesó conmigo. ‘Chatito -me dijo-, algunos casos de la vida real me loquean. No los entiendo. Veo hombres que sus mujeres les pusieron tremendos ‘cuernos’ y ahora son ‘amigos’. A veces pienso que este mundo moderno no es para mí. Me quedé en el siglo pasado. Yo soy a la antigua, salvaje, cavernícola a mucha honra’. El gordito sudaba a chorros y se puso a cantar una de sus canciones preferidas de Josimar: ‘Yo soy un mujeriego/ Pobre, muy sincero/ Con el corazón/ Me gusta la farra y las mujeres buenas/ Vivir con amigos, vaciando botellas/ Me gusta la vida, me encanta el amor/ Soy aventurero con el corazón/ Y a mí me gusta la parranda/ A mí me gustan las mujeres/ Escucharme una buena banda/ Y darle gusto a mis placeres’...

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Ya están mis maletas listas para viajar a Chile a alentar a mi selección. Recuerdo que tuve mi época de oro en la radio. Ganaba miles de dólares y viajaba por toda Sudamérica. Siempre estaba rodeado de un montón de hinchas y ‘chupes’ a los que paraba trago y comida en juergas que duraban varios días. En ese tiempo me pegué con Marita, una flaquita del Callao que me calentó la cabeza. Pero, a la vez, desfilaban interminables mujeres por La Posada. Estaba loco de lujuria. Las quería poseer a todas. El día de mi boda, en la noche en una iglesia del centro de Lima, esa misma mañana estuve con mi trampita en La Posada. Soy pecador y lo reconozco. Por eso ahora disfruto mi soltería y me corro de las tóxicas. En la vida hay que estar preparado para todo, Chato. A comer caviar, lenguado, lomo fino y también tu pan con huevo frito. El hombre debe ser parador, así como en el amor. El tramposo gana y pierde en la calle.

Pancholón nunca se dejó ampayar

Muchachos, hay que tener cuidado para hacer sus cosas, no se regalen para que no los ampayen. En mi época no había GPS ni celulares con cámara que te tomaban foto entrando al ‘telo’. A mí me dan risa esos sonsos que ahora que abunda la tecnología se dejan ampayar. He tenido mujeres locas, que quisieron incendiar mi carrito rojo, conocido como la sartén. Hubo otra que en la comida me metía pepas para que me quede dormido y no salga. La más loca era la ‘Burrier’, que se paraba en la puerta de La Posada para que no me vaya y yo tenía que llegar a mi casa. Meterse con una enferma de los celos es vivir un infierno porque va a estar contigo echada en el cuarto, va a ver fantasmas y te puede clavar un cuchillo. La cosa es muy sencilla. En la vida tienes que ser full cerebro, pensante. Veo a causas que están sufriendo por el engaño, pero les aconsejo que no perdonen. Pegarla de buenitos y comprensivos no corre. No se puede dormir con el enemigo. Conozco a un montón que llevan los cachos bien puestos. En la calle hay que tener corazón de piedra. Hombres que se han derrumbado por una mala mujer.

Por eso a mis discípulos siempre les digo que con la mujer hay que tener un ojo abierto y otro cerrado. Las cosas son simples en la vida: blanco o negro, es o no es, me amas o no, estás conmigo, me sigues o más pallares con tallarines. No lo olvides, a la casa solo se lleva a una mujer decente, todo eso lo contaré en mi serie, que será sensación e irá por Netflix’”. Pucha, ese señor Pancholón es un cochino y sinvergüenza, y encima se pone a dar consejos. Me voy, cuídense.

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