El Chato Matta llegó al restaurante por una papita a la huancaína con su huevito duro, un estofado de pollo con rocotito molido y para calmar la sed una limonada con hierba luisa. “María, te cuento que la derrota de Perú ante Brasil enfermó a Pancholón. El gordito renegó tanto con ‘La Pulga’ Ruídiaz que se compró una botella de ron y se encerró en La Posada con su abogada venequita para botar todo el estrés, pero se puso mal en plena madrugada. El propio abogado me confesó en su cama: ‘Chatito, eres uno de mis pocos amigos, casi no la cuento.
La próstata, los triglicéridos y la taquicardia me tumbaron. Estuve en la clínica y me puse peor cuando me datearon que la cuenta era como 30 mil soles. Una noche entraron dos médicos a verme y me hice el dormido. Uno de ellos le dijo al otro: creo que este gordito se nos va. En la soledad del cuarto de la clínica me puse a reflexionar sobre mi vida. Las imágenes pasaban como en una película. La mayoría de mis recuerdos eran en La Posada con una y otra mujer. Si esas cámaras hablaran, pierdo por goleada. De algunas mujeres con las que estuve ni me acordaba sus nombres. Reconozco que hice mucho daño, pero no puedo evitarlo, soy infiel desde los testículos de mi viejito’.
Como se enteró de que estaba mal, llegó a visitarlo el famoso doctor Chotillo. ‘Pancho, para que veas que no te guardo rencor. Pese a que hablas pestes de mí, soy tu hermano y no te odio porque me partiste con la mujer que me iba a casar... te traje estas películas para que no te aburras ahora que te han prohibido las visitas femeninas, ja, ja, ja’. ‘Chato, Chotillo lo hizo con su segunda. En todas las cintas los protagonistas eran tremendos ‘partidores’. Sobre todo en ‘El cartero llama dos veces’ con Jack Nicholson y una bellísima Jessica Lange. La verdad es que me sentí identificado con la trama. Frank (Jack Nicholson) es un vago que llega a un restaurante de campo en California. El dueño es un viejo de nacionalidad griega y tiene una esposa espectacular, joven, bellísima. Cora (Jessica Lange) está cansada de vivir con un viejo al que no ama. Frank se queda a trabajar como ayudante y empiezan a ponerle tremendos cuernos al griego. Lo hacen en la cocina a lo salvaje. Después planean matar al anciano: fallaron en la primera, pero en la segunda tuvieron ‘éxito’. Un fiscal sospecha de Cora, aunque al final la libran y salen limpios. Cuando por fin se van a vivir juntitos y felices con el negocio del viejo, sufren un terrible accidente automovilístico y Cora muere. A Frank lo acusan de provocar su muerte. Tremendo peliculón’.
Pancholón se agarraba la cabeza en la clínica, se relamía los labios. ‘Chato, tú sabes que llevo en la sangre el virus. Cuando veo a una mujer que me gusta, no puedo controlarme, me dan tics nerviosos, sudo, la cabeza me da vueltas, saco la lengüita, pateo debajo de la mesa. La verdad es que ‘partidor que parte a partidor tiene mil años de perdón’, pero eso sí, nunca podría matar a nadie. Por maleros, Frank y Cora terminaron en desgracia. Chato, los partidores se pueden ir al suelo”. Pucha, ese señor Pancholón es un cochino de primera, ni porque está enfermo deja de contar sus sinvergüencerías. Me voy, cuídense.
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