Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una cachemita frita con arrocito blanco, yuquita frita y sarsa criolla. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada heladita. “María, contra todo pronóstico, el pasado viernes la selección peruana venció por 1-0 a Uruguay en el Estadio Nacional, por las Eliminatorias al Mundial 2026. Ciertamente, seguimos penúltimos, pero la esperanza es lo último que se pierde. Falta aún toda una rueda para remontar esta mala racha y lo podemos hacer.
Lo que pasa con el fútbol es similar a la vida. No siempre vamos a estar arriba o ser ganadores. En algún momento vamos a tener bajones y pérdidas. Lo valioso es recuperarse y salir adelante. Muchos pierden sus trabajos, se accidentan o sus negocios se van a la quiebra. A todos nos ha pasado algo que nos ha marcado la vida. Algunos se hunden y nunca salen del hoyo.
Pero los más fuertes e inteligentes se recuperan con resiliencia y le ganan a la vida. En los años 80, los Añaños tenían una pequeña fábrica de envasado de gaseosas en Ayacucho. Ellos tuvieron que cerrar su negocio porque la empresa transnacional para la que trabajaban se retiró del mercado por amenazas del terrorismo.
Otros hubieran migrado, declarado en quiebra o tirado al abandono. Pero ellos vieron una oportunidad en esa tragedia. Había mercado para las gaseosas y decidieron fabricar su propia marca de bebidas.
Como no tenían botellas propias, usaron las de cerveza con una etiqueta especial. Ahora, los Añaños son empresarios transnacionales. Sus embotelladoras están en México, India, Brasil o Corea del Sur. Son un gigante de las bebidas.
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