Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sabroso estofado de res con arrocito graneado, ensalada criolla y para tomar una chicha morada fresquecita. “María, ha recibido críticas la nueva ley promulgada por el gobierno, que castiga con penas de hasta treinta años de prisión a los que roben celulares usando explosivos y vehículos motorizados. Señalan que no es lógico que otros delitos más graves reciban menor sentencia. Es un argumento válido, pero también se debe considerar que el robo de celulares es uno de los delitos que más se cometen y causan graves pérdidas a las víctimas.
Según Osiptel, de enero a setiembre de este año se robaban más de 4 mil 700 celulares al día en el Perú. ¡Es más de un millón 200 mil de esos aparatos! Es una cifra de espanto, terrible, porque muchos de esos robos son con violencia brutal. Es incalculable la cantidad de menores de edad, mujeres, hombres y ancianos que han sido heridos o asesinados por sanguinarios criminales que no dudan en disparar o acuchillar para llevarse un equipo que venden por 100 soles o menos. Para esas lacras eso es lo que vale la vida de una persona. Entonces, no es solo el robo, es todo lo que conlleva. Por eso hay agravantes como el uso de explosivos y vehículos motorizados. Cuántas mujeres han sido arrastradas por autos y hasta mototaxis para robarles el celular y terminaron perdiendo la vida. Pero los robos de los teléfonos móviles incluso han sido mayores, pues según la misma Osiptel antes de la pandemia llegó a superar los 6 mil al día. Afirman que la actual reducción de los robos se debe a los mensajes enviados a la población sobre los peligros de comprar teléfonos robados y la advertencia del delito de receptación de celulares para los compradores. Si nadie comprara teléfonos robados, los rateros no los robarían. ¡No le hagamos el juego a los criminales! Veamos los actuales castigos:
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