Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un espectacular caldo de gallina con su huevito duro, rocotito molido, limón y su cebollita china picada. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada. “María, terrible lo que pasó en Ecuador con el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, segundo en las encuestas. Todo apunta a una mafia del narcoráfico que asola a ese país y se hace llamar ‘Los Choneros’. Una semana antes había sido asesinado el alcalde de Manta, una importante ciudad del norte ecuatoriano, también a manos de bandas de delincuentes. Desde México hasta Perú, pasando por Venezuela, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala y Honduras, las mafias de las drogas, sicariato y trata de blancas se enfrentan cada vez más de manera alevosa contra el Estado, al extremo de que ahora mandan asesinar a jefes policiales, fiscales, jueces, alcaldes y ministros. Es preciso que los policías de esos países inicien un plan regional para enfrentar a este flajelo hasta exterminarlo.
No queremos para nada volvernos como El Salvador, donde ‘las maras’ tenían atada del cuello a la población, a la que extorsionaba, robaba y secuestraba. Tampoco como México, donde los narcos tipo el ‘Chapo’ Guzmán se daban el lujo de desafiar al poder político gracias a sus ganancias millonarias y su poder de fuego. En los años 80 y 90, Pablo Escobar, el jefe del cártel de Medellín, asoló Colombia con coches bomba y atentados contra las principales autoridades y periodistas. Su objetivo era evitar su detención y extradición a Estados Unidos. Al final murió baleado en el techo de una vivienda, tras vivir a salto de mata durante varios meses. En el Perú, lentamente la organización criminal ‘El tren de Aragua’ se está apoderando de todos las modalidades de delito, como el proxenetismo, el secuestro, asalto, extorsión y sicariato. Hay que pararlos en una y exterminarlos, como hicimos con los grupos terroristas MRTA y Sendero Luminoso.
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