Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollito al sillau con camotito sancochado y arrocito graneado. Para tomar pidió una jarrita con agua de maracuyá. “María, a la violencia generada por extorsionadores, sicarios, asaltantes y narcotraficantes, se suman las barras bravas de Alianza Lima, la ‘U’ y Sporting Cristal, que siembran el terror por donde vayan. Lo último ocurrió tras el partido en que Universitario ganó 4-1 a los rimenses en el estadio Monumental. Las calles aledañas al coloso, en Ate, se convirtieron en campos de batalla que no solo dejaron cuantiosos daños en los inmuebles y vehículos, sino que también hubo heridos. Como si estuvieran en la guerra de Ucrania, los antisociales utilizaron armas de fuego, bombas molotov, machetes, cuchillos, piedras y palos. Así no se puede vivir. Estos seudohinchas deberían ser encarcelados y ser considerados terroristas. Solo metiendo a la cárcel a estos delincuentes las familias podrán acudir tranquilamente a un encuentro deportivo.
Lamentablemente, la Policía solo se dedica a dispersar a las turbas y no detenerlas. Los vecinos de Ate están cansados de las continuas peleas. Cada partido es una película de terror, porque los desadaptados no solo se pelean, sino que asaltan en turba a quienes se encuentren. Eso no tiene nada que ver con el deporte.
- Se debe analizar la posibilidad de que los partidos se jueguen sin público de manera temporal, para impedir que la delincuencia imponga las ‘reglas del juego’ y no el Estado.
- La Policía debe intervenir a quienes cometen actos antisociales para capturarlos y sancionarlos.
- Disolver las barras bravas e impedirles que se agrupen en grandes masas. Deben ser consideradas como bandas.
- Los clubes de fútbol deben ayudar a la Policía a identificar a los delincuentes infiltrados entre los hinchas.
- Deben expulsar a los barras bravas y cortar todo nexo con ellos, como regalo de entradas u otro beneficio”. Me voy, cuídense.