Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tacu tacu de frijoles montado con un lomito al jugo. Para tomar, una limonada frozen. “María, por estos días en las casas, oficinas, las esquinas de barrio, el mercado, en reuniones, uno de los temas obligados de conversación es la infidelidad.
Es que, aunque se comente entre risas, es un asunto delicado y doloroso que puede destruir hogares y arruinar la felicidad de sus integrantes, especialmente los hijos. Uno de los rasgos de los infieles redomados, de esos que no cambian y que engañan a sus parejas de forma permanente, es que son manipuladores.
Saben convencer empleando mentiras. Se hacen las víctimas, fingen que sufren, prometen que van a cambiar, pero en realidad no se arrepienten de nada y ya están maquinando sus próximas infidelidades. Nadie se quiere cruzar con una persona así, y los expertos dan algunos consejos para reconocerlos y alejarse de ellos lo más pronto posible.
- Tienen tendencia al egocentrismo: Piensan casi exclusivamente en sus propios intereses y necesidades. Les encanta hablar principalmente de sí mismos y solo se interesan por los demás si esto les ayuda a que acepten sus deseos.
- Falta de empatía: No saben ponerse en el lugar de los demás. En consecuencia, hacen regularmente comentarios hirientes, a veces sin darse cuenta de que hacen daño. Pero muchas veces lo hacen a propósito para dañar la autoestima.
- Creen merecer un trato especial: Muchos se comportan como si fuese un privilegio estar a su lado. También pueden crear un sentimiento de culpa en la pareja si piensa abandonarlo. Le hacen creer que su vida se destruirá y hasta morirá si lo dejan.
- Se burlan de las opiniones y creencias de su víctima. Se comportan con cierto paternalismo ante las actitudes y las palabras de su pareja. De esta manera se colocan en un pedestal superior al de la otra persona, que llega a creer que vale menos.
- Hacen que su pareja ponga en duda sus propias capacidades. La empujan a cuestionar sus facultades mentales y su inteligencia. De esa forma, la víctima deja que el manipulador tome las decisiones ‘porque él está mejor preparado’ y ‘sabe lo que conviene a ambos’.
- Generan miedo al abandono: Al dañar la autoestima de la pareja, le hacen creer que si hay una separación no podrá valerse por sí misma ni rehacer su vida.
- Trata de aislar socialmente a la pareja: Le hace sentir culpable si no va cortando sus relaciones de amistad y si no reduce al mínimo los contactos con su familia. El objetivo es que así dependa aún más de la persona manipuladora”.
Qué personas tan siniestras y malas. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.