Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sudadito de corvina rosada con su porción de camote sancochado y ajicito molido. Para tomar pidió un emoliente tibio. “María, un infierno se vivió ayer en la cuadra 15 de la avenida Petit Thouars, en Lince, cuando la Policía intentó desalojar de su vivienda a una anciana de más de 80 años y fue repelida a pedradas por más de una decena de matones.
En el predio funciona el instituto de belleza Selene y, según las informaciones, se trata de una disputa familiar. Dos de los hijos de la mujer la quieren sacar del lugar y la vez denuncian que uno de sus hermanos manipula a la anciana para quedarse con todas sus propiedades.
Toda una telenovela, pero no es novedad porque estos casos ocurren a menudo. Muchos malos hijos les quitan en vida la casa a sus progenitores o cuando estos mueren se enfrascan en guerras a muerte con sus hermanos.
No son capaces de crear sus propias fortunas y quieren vivir fácil de lo que sus padres o madres construyeron con mucho esfuerzo. Probablemente haya sido un error de los progenitores criar hijos que todo lo quieren fácil, sin esfuerzo y servidito.
Muchos no trabajan ni estudian y viven de pedir plata a papá o mamá. Por eso, muchos economistas dicen que dejar plata a los herederos es un error de cálculo. La gente tiene que disfrutar en vida de su dinero y propiedades para viajar, comer, bailar o divertirse hasta que la plata se le acabe al final de sus días.
De lo único que se deben de preocupar es de criar sanos a sus hijos y darles una educación universitaria. De ahí que se las vean. Por eso, aplaudo lo que hizo hace unos años Bill Gates, el fundador de Microsoft, uno de los hombres más ricos del mundo, quien adelantó que no dejará ni un centavo a sus hijos y que cuando muera todo su dinero lo donará a la caridad o a la investigación científica.
Bueno, así evita que los hijos se saquen los ojos o ambicionen de forma negativa las casas, dinero, joyas y otras propiedades de los progenitores, y los impulsará a sobresalir por ellos mismos, sin más ayuda que su intelecto, creatividad y esfuerzo”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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