Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas chuletas fritas con arroz, papita frita y ensalada fresca. Para tomar pidió una jarrita de naranjada heladita. “María, como papá siempre le inculco a mis hijos que el estudio es la base del progreso. Y el sacrificio y la disciplina también.
En especial, la gente de pocos recursos debería hacer todo el esfuerzo para enviar a sus hijos a la universidad o a un instituto técnico a fin de que aprenda una profesión o un oficio. Por supuesto, hay muchos que la hacen como comerciantes o empresarios, pero son contados. En realidad, la mayor movilidad social se produce mediante el estudio y los conocimientos. Y también el prestigio.
Imagino cómo deben estar de orgullosos los padres del joven Santiago José Maza Mangarre, de apenas 17 años, quien ingresó a 5 universidades, lleva escrito dos libros y sueña con trabajar en la Nasa. Pese a sus logros, este muchacho, que tiene su banda de rock, juega al fútbol y sale con sus amigos, se está preparando para ingresar al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) de Estados Unidos, la mejor universidad de tecnología del mundo.
Imaginen el futuro que tendrá este joven estudiante. Como dije, los padres deben hacer todo el sacrificio posible para que sus hijos aprendan una carrera en la universidad que sea. Ahora hay más posibilidades, pues desde hace treinta años han aparecido más centros de estudios superiores estatales y privados con diferentes tarifas y sedes.
Y si no alcanza para la universidad, una gran opción son los institutos. La tecnología requiere de profesionales de ese tipo, en especial los que manejan redes y crean programas. No solo son muy pedidos por las empresas, sino que ganan muy bien debido a que, por ahora, son escasos. La juventud no solo es diversión, juerga y holgazanería. Hay un componente de responsabilidad y de pensar en el futuro. Lo que hagamos hoy nos servirá mañana.
Muy buenos consejos de Gary. Me voy, cuídense.
Contenido GEC