La Seño María

¡Cuidemos paracas!

Pescadores industriales quieren entrar a faenar a la reserva.

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una jalea de mariscos con rocoto y, para tomar, un emoliente calentito. “María, el fin de semana volví a visitar Paracas y comprobé una vez más, con alegría, que es uno de los lugares más bellos del Perú. La bahía de Paracas, donde se afirma que el Libertador José de San Martín soñó los colores de la que sería nuestra bandera, es un lugar acogedor y a la vez imponente, con un mar calmo del color del acero en el que, si tienes suerte, puedes ver saltar a los juguetones delfines y hasta ballenas.

También están las famosas islas Ballestas, un lugar habitado solo por pelícanos, lobos marinos y los graciosos pingüinos de Humboldt. La Reserva Nacional de Paracas es rica en fauna, con un extenso desierto en el que abundan restos arqueológicos de la cultura Paracas y otras. El océano, las islas y la península son espectaculares. Y la enorme figura El Candelabro sigue asombrando a extranjeros y a los mismos habitantes.

Toda la reserva es un enorme paraíso en estos tiempos cibernéticos en los que es fácil olvidar lo grandiosa que es la naturaleza. ¡Nuestro país es tocado por Dios! En mi corto viaje vi a turistas estadounidenses, ingleses, mexicanos, japoneses, argentinos y de muchos otros países que todo lo admiraban asombrados. Me llamaron la atención los japoneses, en su mayoría jubilados, con espectaculares cámaras fotográficas con las que retrataban todo. Les llamaban la atención las aves migratorias que llegaban a la playa antes de continuar su viaje a Norteamérica.

Los vientos Paracas son cosa aparte, pues es habitual que formen tormentas de polvo y arena provenientes del desierto iqueño. Paracas significa ‘lluvia de arena’ y se forma de las palabras quechuas para ‘lluvia’ y aco ‘arena’. Leo que pescadores industriales quieren entrar a faenar a la reserva, lo que me parece una locura, pues destruiría ese edén que es de todos los peruanos. La pesca artesanal obviamente debe seguir, pero embarcaciones más grandes dañarían el delicado ecosistema. Cuidemos nuestra maravillosa Paracas”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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