Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un escabeche de bonito, con su arrocito blanco, huevito sancochado y harto rocoto molido. Para tomar, pidió un emoliente con linaza. “María, se vienen tiempos difíciles con el anuncio de que ya está entre nosotros el temido Niño Global, que se prevé golpeará con más fuerza a finales de este año y principios del 2024. Los expertos piden prepararse para fuertes lluvias, desbordes de ríos, inundaciones y destrucción de la infraestructura nacional. También se afectará el agro y el abastecimiento de alimentos y combustibles para las grandes ciudades. La economía no anda bien por muchas razones: una recesión mundial, inestabilidad política y los efectos de las absurdas protestas de principios de año para defender al corrupto de Pedro Castillo. Hace varias semanas hemos pedido a la presidenta Dina Boluarte que aliste un plan para mitigar los efectos de ese fenómeno climático y apoye especialmente a las micro, medianas y pequeñas industrias, que son las que dan la mayoría de puestos de empleo en el país. También hay que hacer más obra pública, reforzar los puentes, las riberas de los ríos y organizar a la población para que sepa afrontar la fuerza de la naturaleza.
El pueblo peruano se ha levantado siempre ante las desgracias. Así pasó tras la guerra de la independencia y la invasión chilena en la Guerra del Pacífico. También tras el infame terrorismo que nos atacó desde 1980 hasta la caída del genocida Abimael Guzmán en 1992. Somos un pueblo resiliente; es decir, que nos adaptamos bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas. Esta vez no será diferente. En el Perú si uno no tiene dinero, no se va a vivir a la calle o dentro de un auto, como en Estados Unidos. El peruano invade un cerro, pone sus cuatro esteras y al cabo de pocos años ya levantó su casita de ladrillo y cemento con todos los servicios. Por eso, no llores y ni te quejes si te pasa algo malo.
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