Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su estofado de pollo con lentejas, sopa de sémola y, para tomar, refresco de piña heladito. “María, seguimos sin ministro del Interior y sin gabinete. Y, mientras tanto, los delincuentes hacen lo que quieren.
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Ayer, dos amigos fueron asesinados por un sicario de nueve balazos cuando iban a comprar comida, en el Callao. Y la noche del domingo, un hampón entró a un bar en el Cercado de Lima y, tras asaltar a los clientes, disparó como loco. Una bala impactó a una trabajadora, quien está grave. Casi a la misma hora y como prueba de que ya es la ley de la selva, un raquetero asaltó a una pareja ¡frente al velatorio de la Policía Nacional, en Jesús María!
Es increíble el nivel de inseguridad al que hemos llegado. Ya casi es un safari salir a pasear fuera de casa. Uno no sabe con qué fiera encontrarse. Y la posibilidad de morir es alta. No solo atropellado por los locos del volante, sino acuchillado o baleado en un asalto. Hace solo un par de semanas, el ministro del Interior de entonces, Avelino Guillén, ¡estaba peleado con el jefe de la Policía, Javier Gallardo! Es decir, los dos más altos funcionarios encargados de la seguridad no se hablaban ni coordinaban nada.
El ciudadano veía con una mezcla de incredulidad, risa y sarcasmo al pobre Guillén, de más de 70 años, encabezando operativos inútiles en los Barracones del Callao solo para capturar indocumentados o paqueteros. Pero los sicarios, extorsionadores, estafadores y las organizaciones criminales seguían operando.
Hemos tenido nada menos que tres ministros del Interior en apenas seis meses. Eso no pasa en ningún lugar del mundo. Encima el primero, Juan Carrasco, había sido fiscal, sin ninguna preparación para el cargo, lo mismo que el tercero. El segundo de ellos, Luis Barranzuela, ¡organizó una fiesta del Día de la Canción Criolla en su casa! cuando él mismo, junto al resto del gabinete, había prohibido ese tipo de reuniones para evitar el contagio del coronavirus.
El último, el coronel PNP (r) Alfonso Chávarry, es cuestionado y así no podía encabezar una cartera tan importante y complicada como Interior. Ahora no sabemos a quién pondrán. Me da miedo al pensar que el presidente Castillo ponga en ese puesto a otro inexperto, como hizo con el Ministerio del Ambiente, al frente del cual colocó a un bachiller en Geografía, cuyo último trabajo había sido el de profesor de unos cursos en un colegio particular de Carabayllo. De verdad, qué miedo”. Mi amigo Gary tiene mucha razón. Necesitamos a los mejores como ministros. Me voy, cuídense.